Buenos Aires vista


Siempre que visito una ciudad nueva me gusta subir a alguna torre, edificio, terraza, cerro, faro desde donde pueda tener una vista panorámica. De alguna manera intento creer que desde lo alto puedo aprehender su forma,  apreciar su dimensión, ver los colores de sus techos, si tienen chimeneas o antenas de televisión, si hay algún jardín de terraza o cuántos parques puedo contar a la redonda. Cómo es su (des)orden, caminos y encrucijadas, si llego a ver personitas caminando y cuántos autos y bicicletas la transitan. Si de noche parpadean luces blancas o de colores, si sopla mucho viento y qué tonalidad de luz me transmite.

Hace 6 años que trabajo en una oficina con vista privilegiada del microcentro porteño. Corrientes al fondo, 23 pisos de altura y ningún edificio cercano que balconee.

Desde ahí recorto día tras día la silueta de la porción de Buenos Aires que tengo a mi alcance: edificios bajos, altos, con cúpulas y balcones, terrazas grises y otras con jardines o decks de madera. La ciudad amontonada, superpuesta, que respira entre calles.

De uno de los frentes el Río de la Plata serpentea, dibuja la orilla porteña, y los días claros se vislumbra la costa uruguaya. Puerto Madero y los edificios-barrera pegados a la reserva ecológica, la Casa Rosada, el Obelisco, los carteles publicitarios que brillan y Retiro. Zona privilegiada de oficinas, de vidrios a cuadrillé, de edificios parisinos y medianeras cubiertas de humedad.

En estos años he visto a Buenos Aires coronada con un arcoíris, cubierta por el humo de Lost (sí, el humo de la serie Lost! Estoy convencida que nos invadió más de una vez!), brillante de noche y celeste de mañana. Con lluvias que no permitían ver nada más allá de la ventana, con el pueblo cubriendo  las calles y manifestando por causas diversas, con amaneceres naranjas que tintineaban sobre el río y neblinas que ponían fuera de foco a la ciudad.

Me imagino que quizás alguna persona de algún edificio de alguna manzana cercana a la mía tendrá una vista similar, con otro enfoque, otro recorte, otra ciudad. O cualquier porteño que vive en una torre de la calle Libertador también pasará sus mañanas desayunando con el río de frente. Y habrá algunos que tendrán un pulmón de manzana, una ligustrina o solo edificios alrededor en su horizonte de mirada. Son posibilidades infinitas, recortes personales, una ciudad imaginaria.

Hoy es mi último día de trabajo. Voy a extrañar mi vista.

11 thoughts on “Buenos Aires vista

  1. Mi Buenos Aires querida! Si no entendí mal ya no vives allá, espero que hayas tenido la oportunidad de estar en el Palacio Barolo, es hermosísimo y tiene una gran vista de la city! Saludos

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