Este último mes fue muy movimentado para mí. A mediados de noviembre pasé unos días con mi novio en Praia de Itamambuca (Ubatuba-SP) y cuando volví una cadena de acontecimientos dieron vuelta mi pequeño mundo paulistano: la posibilidad de un nuevo trabajo para empezar de forma inmediata. No lo dudé. Nuevos desafíos, horarios, compañeros por conocer. Con sus pro y sus contra, hacía meses que precisaba un cambio.
Y las palabras y la escritura quedaron a un lado (las palabras no tanto, porque mis viajes en subte se convirtieron en sala de lectura). En estas semanas no encontré el momento, ni la inspiración, ni las ganas de sentarme a actualizar el blog. Mi libretita de tapa dura y flores naranjas guarda aún pensamientos de los días en Itamambuca, del paso por Paraty y algunas esquinas nuevas de São Paulo.
Pero sí aparecieron las fotos, las instantáneas digitales y mi nikon-siempre-compañera. La fotografía es un lenguaje en el que me siento muy cómoda, que me conecta con las personas, con los lugares, conmigo misma.
Son etapas, supongo. Formas de expresión con las que nos sentimos más o menos a gusto de acuerdo a las distintas situaciones que atravesamos.
Por eso quería compartir acá en el blog varias de esas postales capturadas en el último tiempo: coloridas, movimentadas, en detalle, sombrias, de reflejos .
Pueden ver más en la cuenta de De postales urbanas en Instagram: http://instagram.com/depostalesurbanas
Espero que les gusten y seguramente ya pronto retomaré la escritura (urbana).