Otra de las postales que me llevo de los días en Rio de Janeiro es la Escadaria Selarón (Escalera de Selarón). Parada obligada de toda ruta turística por la ciudad carioca logra amontonar a toda hora del día personas y más personas que quieren tomarse una fotografía en sus peldaños de azulejos coloridos.
Me acuerdo cuando el año pasado, recién comenzando el día en mi ex-trabajo y leyendo titulares de algunos diarios argentinos, me topé con la noticia de que su creador –el artista chileno Jorge Selarón– había sido encontrado muerto justamente allí, en Rio de Janeiro, al lado de su trabajo más emblemático. Conocía a distancia, por imágenes, la escalinata y recuerdo que el acontecimiento me generó tristeza. Tristeza por no conocer Rio, por no conocer la Escaderia y por no haberle llevado a Selarón un azulejo para su obra comunitaria (amigos, cariocas y turistas le entregaban día a día cerámicas para que continuase interviniendo la escalera, además de las que él mismo compraba o conseguía en remates y demoliciones).
Me gustan los azulejos. De colores, con formas, insignias, dibujos. Enteros, rotos, combinados. Ocupando toda una pared, en franjas, colgados, perdidos en alguna superficie. No sé desde cuándo me gustan, si es desde siempre o desde ese diciembre de 2006 cuando de viaje por Barcelona fui a conocer el Parc Güell y me enamoré de Antoni Gaudí y su trencadís. Quedé perpleja ante las combinaciones, el cromatismo diseñado, la textura del material y los fragmentos. Esa plaza con sus bancos ondulados y uno al lado de otro cada retazo de cerámica formando un collage abstracto.
La Escadaria Selarón tiene un sinfín de baldosas cerámicas. Verde, amarillo, azul, rojo, blanco. De rombos y cubos, con insignias, de países y ciudades de distintas latitudes. Algunas de flores, animales, escudos de equipos de fútbol y paisajes. Cada cerámica fue cubriendo un poco de esa escalera que nace en el barrio de Lapa y te adentra en Santa Teresa.
Paso a paso Selarón fue encastrando azulejos, formando ese todo multicolor, un arcoiris urbano. Uno a uno se pueden ir subiendo los escalones sin levantar la mirada de los pies, observando las leyendas, los diseños. Una bandera de Brasil en el frente, donde vira la escalera, y las casitas con sus fachadas de rostro a la obra. También se encuentran azulejos con dibujos de mujeres negras embarazadas, temática recurrente en los trabajos del artista.
¿Cuál habrá sido el primero? ¿Cuántos se habrán caído y fueron vueltos a pegar? La escalera trepa y uno con ella. Partícipes de la obra, caminantes a pasos. Subimos en colores, en fragmentos. Mientras ella brilla, magnífica e impactante para al final volverse gris e inacabada, deseosa de ser continuada.
Con sus azulejos fue hecha para ser caminada. Subir, bajar. Los pasos más lindos de Rio de Janeiro.
Escaderia Selarón
Endereço / Dirección: Rua Manuel Carneiro s/n (cruce con Rua Joaquim Silva, 90)
Santa Teresa – Rio de Janeiro
Cómo llegar: a 700m de la estación Glória de metrô / subte, linha 1 y linha 2.