Debo confesar que nunca fui una gran admiradora de “la flor de metal de Buenos Aires”. Estoy hablando de la estructura metálica gigante que se encuentra en la Plaza de las Naciones Unidas sobre Avenida Figueroa Alcorta, a metros de la Facultad de Derecho, en el barrio de Recoleta. Siempre que pasaba cerca de aquel parque (nunca había ido especialmente a ese espacio verde porteño) miraba con bastante indiferencia a la flor de metal con sus pétalos que en el inicio se abrían y cerraban dependiendo de la luz del día.
Hace unos días me junté con una amiga y como nuestro plan inicial resultó ser inviable, empezamos a deambular por varios lugares de Buenos Aires mientras charlábamos y sacábamos algunas fotos.
Así llegué de vuelta a la flor de metal de Buenos Aires. Así me encontré con ella.
Aquel sábado había muchas personas sentadas en el verde, riéndose, tomando mate en los bancos. Estaba el vendedor de pochoclos y pirulines y también turistas que caminaban al sol. El lugar tenía vida, tenía música. Y aquella flor de metal danzaba en el medio, con su mirada en el cielo, centro de todo aquello. Tenía que darle una oportunidad.
Cruzamos las rejas verdes que rodean la plaza (¿soy la única que se incomoda con cercar un espacio abierto?) y anduvimos por los senderos que van demarcando diferentes posibles caminos que pasan por la flor de metal.
Aquella flor de metal tiene nombre: ahora sé que se llama Floralis Genérica y que fue un regalo del arquitecto Eduardo Catalano para la ciudad de Buenos Aires. Inaugurada en el año 2002, pesa dieciocho toneladas y mide 23 metros de alto. Con su nombre de Floralis Genérica pretende convertirse en síntesis y símbolo de todas las flores existentes, como si todas ellas estuviesen reunidas y representadas de alguna forma en aquella obra de arte que se abre en suelo porteño.
La flore de metal cuenta con un mecanismo que en el pasado le permitía abrirse y cerrarse de acuerdo al horario del día, pero lamentablemente ya hace algunos años está averiado y por esa razón perdió aquella capacidad que siempre me había hecho pensar en los “rayitos de sol” (pequeñas flores que se cierran y abren por la luz del día). Recuerdo que de niña teníamos con mi familia en el balcón una maceta repleta de estas flores color fucsia que siempre despertaron mi curiosidad. De alguna forma misteriosa (o no) la flor de metal de Buenos Aires me hace pensar en los rayitos de sol.
Lo que más me cautivó de Floralis Genérica –además de lograr erguirse como centro y reina de aquel parque, transformándolo en un espacio alegre– fueron los reflejos que permite su material. Ver como entre tanto celeste se desdibujaban edificios y algunos niños jugando. Como te permitía observar un verde rugoso y hasta algunas mezclas de colores indescifrables. Mirar además nuestro propio reflejo, mirarnos en la flor de metal.
A veces sucede que un lugar de la ciudad nos da una mala primera impresión o quizás lo tildamos con algún rótulo que nos impide acercarnos a él. Con la flor de metal de Buenos Aires aprendí que siempre hay que dar una nueva oportunidad a todo recoveco urbano.
La flor de metal de Buenos Aires | Informaciones prácticas
Nombre oficial | Floralis Genérica
Dónde | La flor de metal de Buenos Aires
Cómo llegar | Los colectivos 17, 61, 62, 67, 92, 93, 110, 124, 130 pasan cerca de la Plaza.
Viajar a Buenos Aires | Informaciones prácticas
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Seguramente tu reciente experiencia en otra ciudad, donde todo es nuevo y llama tu atención por más pequeño que sea, tiene que ver con que en este retorno mires de otra forma lo que te rodea, aunque sean “viejos conocidos”… por lo menos es lo que a mí me pasa. Saludos!!
es probable… gracias juliana =) saludos!