Entrar en Malvon significa mesitas que dan a la calle, alacenas de madera, sillones en varios rincones y un mostrador repleto de panes caseros y demás dulces del día. Un ventanal al final de la casa, con entrada a un patio de fondo, que tiene sillas de metal de casa de abuela y plantas por todos lados. Un verdadero encanto.

No importa que día de la semana sea, siempre se ven personas charlando, tomando una taza de café o alguno de los jugos naturales de la carta. El ambiente es relajado y nos hace sentir como en casa.

Más de una vez me he pasado horas en Malvon, sola o acompañada. Me siento a gusto, tan a gusto, que puedo compartir un brunch con una amiga, una merienda de tarde con mis padres y mi novio o leer un libro una mañana de marzo. Y no me canso, siempre vuelvo.

La confitería y panadería es impecable. La carta está llena de opciones para chuparse los dedos, siempre es difícil elegir. Muffins de pera, cheescake de maracuyá, croissants de almendra y alfajores. Tostadas de pan integral, sandwiches, scons dulces y huevos revueltos. Además de las opciones de desayuno/merienda y el brunch de fin de semana, abundantes y con combinaciones deliciosas.

Justamente en mi último viaje a Buenos Aires pasé la mañana/mediodía del sábado bruncheando con una querida amiga. El brunch de Malvon es de los más queridos de Buenos Aires.

Creo que no hacen falta más palabras (ni fotos jeje) para convencerlos de que Malvon es una parada obligada para todos los que anden por Buenos Aires, este nuevo-no-tan-nuevo clásico porteño, que ganó el corazón de muchos argentinos y visitantes.

Malvón Confitería
http://www.malvonba.com.ar
Dirección: Serrano 789 – Villa Crespo, Buenos Aires
Teléfono: 4774-2563
Horarios: domingo y lunes de 9 a 20:30 hs, martes a sábado de 9 a 00 hs.
(también tienen otra sede en el barrio de Palermo, cerca del Jardín Botánico, que sólo fui una vez!)

Cómo llegar: a 700m de la estación de subte Malabia, línea B. Algunos colectivos que pasan cerca: 19, 34, 55, 65, 71, 76, 90, 106, 109, 110, 127, 141, 166

Precio brunch: las opciones rondan los $150/$180 por persona (agosto 2015). Los precios de cafetería no los tengo actualizados!

Y volar en todos los sentidos. En el literal de tener que subirme a un avión y quedarme sentadita por casi tres horas en mi butaca sin moverme, hojeando las revistas de las aerolíneas para pasar el rato, dormitando, leyendo páginas perdidas de algún que otro libro o colocando el iPod en random para escuchar canciones aleatorias. Y también está el sentido surrealista, en el que tiempo y espacio se reorganizan de forma caótica a toda velocidad, intentando trasladarme de un lugar a otro y dejándome en una especie de limbo momentáneo. Dónde estoy, quién soy, con quién estoy, qué hago acá.

Mi hogar en este momento está en São Paulo, no tengo dudas. Una familia de a dos con el compañero que amo. Compartir y reír, como sinónimos de ser feliz. Y la ciudad se volvió cómplice, una amistad nueva de esas que sabés que va a durar para toda la vida. Buenos Aires, la cuidad de siempre, la familiar, la de las veredas conocidas, pasó a un plano paralelo. De sentirse participante ocasional, de crear puentes virtuales y de vivir estadías intensas. Y eso, a veces, suele sentirse extraño.

Seguro que no soy la única persona que pasa por este tipo de situaciones. Que debe ser bastante común para todos los que decidimos mudarnos, alejarnos de nuestra zona de confort, cambiar de ciudad, de país, de galaxia. Convivimos con una identidad bipartita (o tri, cuatri, etc.), somos de aquí, somos de allá, somos de acá. En verdad, somos en donde somos. Donde podemos ser, donde nos dejamos ser.

¿Por que estoy escribiendo todo esto? Porque hoy a la madrugada volví de Buenos Aires después de pasar tres días allá y estas palabras están intentando organizar el vuelo que empezó antes de viajar y que no termina aunque mis pies estén en el suelo de São Paulo.

Como ya conté en el post anterior (pueden leer sobre los días en Tandil aquí), pasé casi dos semanas este último enero en Tandil como mi familia. Las sierras, los colores, el aire fresco y los caminos de tierra son algunas de las postales que me llevo de mi estadía allí. Y la gastronomía local es otra: Tandil tiene locales muy pintorescos para comer afuera y también para comprar productos regionales. Por eso quería compartir con ustedes algunos de los que más me gustaron, ¡espero que los disfruten!

– Época de quesos

Es uno de los locales más conocidos de Tandil. Antigua posta, que luego pasó a ser almacén, hoy mantiene parte de su estructura original para albergar uno de los restaurantes más encantadores y llamativos de la ciudad, además de contar con un salón de ventas con una gran variedad de quesos, entre otros productos.

A la noche sirven picadas de todos los tamaños con productos de primera línea: quesos varios, jamones, aceitunas, salamín y demás fiambres, acompañados de pan de campo. La decoración es puntillosa y logra generar una atmósfera cálida: luz de vela, piso de madera, un patio con una parra colgante y un aljibe en el medio, latones antiguos, los azulejos, los cucharones de la cocina y carteles metálicos un tanto oxidados. Son varios los ambientes en los que están distribuidas las mesas, cada uno simulando ser un espacio diferente, de otro tiempo. En la entrada funciona un almacén, con estanterías y más estanterías de quesos de todos los colores, frascos de conservas, dulces y más embutidos. ¡Imposible no tentarse!.

Nosotros fuimos a cenar una noche (pedimos una picada riquísima, pero también hay otras opciones!) y volvimos un día por la tarde para comprar algunas cosas para llevar a Buenos Aires. Realmente uno de los lugares más lindos que visitamos durante nuestro viaje a Tandil.

Época de quesos
Dirección: 14 de Julio 604 esq. San Martin – Tandil
Teléfono: (0249) 444-8750 / 444-0267
http://www.epocadequesos.com

– Parador del Complejo Cerro El Centinela

Este restaurant se ubica en el Cerro El Centinela de Tandil, rodeado de árboles y verde. Ofrece una cocina serrana maravillosa, en un ambiente tranquilo y natural que permite disfrutar aún más los platos que sirven. Cuenta con amplias parrillas y un horno a leña donde cocinan carne vacuna, cordero, cerdo y vegetales al plomo. Todo muy sabroso. Y como si fuera poco, una carta de postres irresistible.

Nosotros fuimos a la hora del almuerzo, después de haber caminando un poco por el cerro, conocer la famosa roca y hacer el paseo en aerosilla (en el post Los días en Tandil cuento más sobre el Complejo Cerro El Centinela). Ya no recuerdo el nombre de los platos, pero en nuestra mesa para cinco había desde cordero y una torre de berenjenas con provoleta, hasta bondiola y tira de asado. Quedamos muy felices (y satisfechos!) con nuestras elecciones. Para finalizar el almuerzo pedimos algunos postres (recuerdo que la carta era muy variada), yo elegí una porción de tarta de chocolate blanco con dulce de sauco que fue de-li-cio-sa. Y nos llevamos para casa unas mermeladas caseras  y un chutney que tenían a la venta. Si les gustan este tipo de dulces, no duden en comprar alguno, son riquísimos.

Por sus sabores y el lugar privilegiado donde se encuentra, el Parador del Complejo Cerro El Centinela fue uno de los restaurantes que más disfrutamos en nuestro viaje.

Parador del Complejo Cerro El Centinela
Dirección: Cerro El Centinela – Tandil
Teléfono: (0249) 444-8933
http://cerroelcentinela.com.ar

– Don Rosendo

Es un almacén especializado en alimentos regionales, principalmente salamines y quesos de productores locales. Además van a encontrar mermeladas, alfajores, dulce de leche y conservas, entre otros.

Si bien Tandil tiene varios locales que venden este tipo de artículos, Don Rosendo me cautivó por su oferta variada y de calidad, así como su estética entre vintage y salamines colgando. Todo allí servido, expuesto delante de nuestros ojos, una provocación de sabores y olores. Recibimos una buena atención y asesoramiento por parte de los vendedores, mis padres querían hacer algunas compras para llevar a Buenos Aires y salieron con varias bolsas en sus manos.

Don Rosendo
Dirección: Av. Rivadavia 2 – Tandil
Teléfono: (0249) 444-8591
http://www.donrosendo.com

Post relacionados:
Los días en Tandil

Viajar a Tandil fue una hermosa forma de comenzar el año, de disfrutar en familia y de ordenar algunos pensamientos y sentimientos antes de mi mudanza a São Paulo.  Recuerdo que previamente a empezar el viaje, muchos nos preguntaban: ¿qué van a hacer tantos días en Tandil?. Meses después les puedo responder: en Tandil se puede hacer todo lo que uno se imagine. Se puede respirar, se puede tomar sol, se puede caminar, escribir y se pueden comer unas picadas exquisitas (les sugiero leer un segundo post: Tandil para degustar). Hay almacenes al costado de la ruta, hay piedras sostenidas en las alturas, hay molinos de viento, girasoles y casas antiguas. También se puede leer, pasear, descansar, nadar, saborear y sonreír.

Tan cerca de Buenos Aires y tan distinta (bueno, qué novedad.. como ya conté en este post aquí, no hace falta irse tantos kilómetros para toparse con otras realidades distintas a las porteñas). Tandil es calma, es viento. Lleva otro ritmo. Tandil de enero estaba en sintonía con la Lucía de enero. Y como ya pronto otro enero se acerca, quería compartir con ustedes los días en Tandil pasados.

CÓMO VIAJAR A TANDIL DESDE BUENOS AIRES

En mi caso, a la ida viajé en micro y a la vuelta regresé en auto. El micro salió de la terminal de ómnibus de Retiro en Buenos Aires y me dejó en la terminal de Tandil (viajé con la empresa El Condor – La Estrella, pero hay varias que hacen el recorrido y con múltiples horarios). El viaje duró un poco menos de 6 horas, que me las pasé leyendo y haciendo anotaciones en mi cuaderno de lo que veía por la ventana, como por ejemplo: “Hay mucho campo en la provincia de Buenos Aires. A veces las vacas se ponen todas juntas debajo de unos pocos árboles. Es gracioso, todo un verde vacío y un amontonamiento en la sombra. ¿Cómo la ciudad y las personas?”.

La vuelta en auto es más rápida porque es directa, diferente del ómnibus que suele parar en algún pueblo por el camino. En auto tardamos menos de 5 horas de Tandil a Buenos Aires.

DÓNDE ALOJARSE EN TANDIL

Cuando buscábamos dónde alojarnos, encontramos un montón de opciones de hoteles y cabañas: en el centro, en alguno de los cerros que rodean la ciudad, hoteles más pequeños, cabañas boutique, algunas cadenas hoteleras, etc. En Tandil no faltan opciones de alojamiento, es cuestión de buscar un poco y encontrar lo que más se encuadra a nuestras pretensiones y necesidades.

Nosotros nos quedamos en unas cabañas un poco alejados del centro, pero cerca de la Avenida Don Bosco (que permite un rápido acceso). Como nos íbamos a quedar casi dos semanas, priorizamos tener un espacio propio más grande (comparando cabaña / hotel), verde, pileta para el calor de enero, silencio, la posibilidad de cocinar y estar alejados de la ciudad para conseguir apreciar mejor la vista de las sierras y los alrededores de Tandil. El placer de levantarse a la mañana y sentarse en un deck de madera, con cerros en el horizonte, a la hora del desayuno, no tiene comparación (y encima, en familia ♥).

QUÉ HACER Y QUÉ VER EN TANDIL

Dependiendo del tiempo que disponemos y nuestros gustos personales, les dejo a continuación algunas sugerencias de paseos y lugares que se pueden recorrer y visitar en Tandil.

– Complejo Cerro El Centinela

Es un cerro ubicado a 4 km del centro de Tandil, donde se encuentra una de las formaciones rocosas más llamativas y reconocidas de la ciudad. Además, cuenta con una aerosilla –que ofrece una vista panorámica de la región–, algunos locales de artesanías y productos regionales y un parador con un restaurant, sumamente recomendable.

Fue uno de los paseos que más disfruté, por el entorno verde, la roca gigante que aún hoy no entiendo como sigue en pie, los senderos de tierra y la oferta gastronómica.

– La Piedra Movediza

Es la postal más conocida de Tandil, la famosa y legendaria Piedra Movediza. Era una gran roca que pesaba unas 300 toneladas y se mantenía fluctuando en equilibrio, sobre uno de los cerros que contornean la ciudad. Y digo “era”, ya que cayó hace varios años (fue en 1912, aún pueden verse sus restos al pie de la sierra) y actualmente hay una réplica exacta en su lugar.

Vale la pena subir hasta el tope del cerro por la vista que se tiene, los campos alrededor y la ciudad un poco más alejada.

– Descansar, pensar y caminar

Si se alejan de la ciudad en dirección a las tantas sierras que rodean a Tandil, hay muchos lugares y rutas para caminar, sentarse a leer y llenarse de buenas energías. Solo o en compañía, Tandil se presta para “no hacer nada”, para deambular. Mirar, observar, espiar. Y en mi caso, sacar algunas fotos.

– Dique y Lago del Fuerte

Es un embalse artificial que se encuentra dentro de la ciudad. Tiene espacio para caminar, hacer picnic, andar en bicicleta y disfrutar del aire libre.

En el cerro a su lado se ubica el Monumento de Don Quijote y Sancho Panza, unas esculturas forjadas en hierro en homenaje a estos dos personajes literarios.

– Tandil para degustar 

Si hay algo que ofrece Tandil, es una oferta culinaria regional realmente de excelencia. Almacenes antiguos, fiambres, comida de campo, restaurants en las sierras, dulces caseros. Tandil es una experiencia de sabores. Voy a hacer otro post más detallado con algunas recomendaciones sobre la propuesta gastronómica local. Si quieren saber más sobre la propuesta gastronómica local, les sugiero leer el post Tandil para degustar.

– Parque Independencia / Castillo Morisco

Es un parque ubicado cerca del centro de la ciudad, que ocupa la totalidad de un cerro de 286 metros de altura. En su cima fue construido el Castillo Morisco, una donación de la colectividad española residente de Tandil, en color blanco con detalles en amarillo y azul. Oficia de mirador de la ciudad, ya que desde allí se obtiene una vista panorámica y completa (tanto de día como de noche) con las sierras de fondo.

– Caminar por el centro 

El centro de Tandil tiene varias edificaciones antiguas, naranjos en sus veredas, una plaza central arbolada y algunos aljibes perdidos. Vale la pena recorrer un poco, para conocer cómo es el ritmo de la ciudad y de las personas que viven en ella. El Palacio Municipal es una de las edificaciones más llamativas, con un patio trasero precioso, donde algunas noches hay espectáculos musicales.

– Monte Calvario

Cada estación y sus esculturas reflejan las diferentes situaciones que vivió Jesús en el camino hasta su crucifixión final. Rodeado de árboles de eucaliptos y pinos, es un lugar de peregrinación y el mayor monumento religioso de la ciudad.

OTRAS SUGERENCIAS

– Es recomendable ir con un auto o alquilar uno para poder moverse con libertad y poder conocer todos los atractivos que tiene Tandil. La mayoría no quedan directamente en la ciudad, no hay transporte público hasta ellos y son distantes entre sí.

– En verano hace calor, pero a la noche suele refrescar (viento fríooo). A mí me gustó ir en esa época, era un calor agradable para caminar y para aprovechar la pileta que teníamos en el cabaña; también dicen que primavera es una buena estación para ir. Ya invierno es otro tema.. por lo que charlé con algunas personas, hace mucho frío. Así que si no son amantes de las bajas temperaturas, mejor abstenerse.

Espero pronto poder volver a Tandil. Fue un lugar que me transmitió mucha paz, que me permitió descansar y juntar energías para todos los cambios que se avecinaban. Compartir con mi familia, caminar entre sierras y eucaliptos.

Post relacionados:
Tandil para degustar

__________________

Con su forma en “L”, el pasaje Pasaje Libertad / Rue des Artisans fue construido en el año 1887 por el arquitecto italiano Giuseppe Bernasconi. Contorneaba el grupo de viviendas que ocupaba una gran parte de la manzana, teniendo una salida por la calle Libertad y otra por la calle Arenales. Sin embargo, con el correr de los años, una pelea familiar de por medio y con las diversas modificaciones urbanas que sufrió Buenos Aires, fue dividido, convirtiéndose en dos pasajes con entrada independiente y con estilo y estética diferente.

Por un lado –si ingresamos por Arenales– nos encontramos con la Rue des Artisans: edificaciones blancas con detalles en negro, faroles  y una placa de mármol con letras doradas en su entrada que señala el nombre del pasaje. Fue refaccionado con un marcado estilo parisino, intentando confundirnos y hacernos sentir que estamos caminando por Paris por un segundo. Hay algunos bancos para sentarse, toldos a rayas, persianas de metal y unos árboles pequeños.

Ya del otro lado –por la calle Libertad– el Pasaje Libertad es otro. Cálido, con jarrones blancos y palmeras en el corredor. De estilo italiano, procura remontarnos a la región de la Toscana. En las ventanas hay flores y el piso en rombos. Sobresale el naranja (me hace pensar en mis días en Roma más que en la región de la Toscana, Roma es naranja para mí). Se repiten las persianas de metal y los faroles.

El complejo pensado originalmente como residencial, hoy le presta su planta baja al comercio. En el Pasaje Libertad y en la Rue des Artisans conviven diseñadores de moda, decoradores, artistas y arquitectos. Los locales son realmente exclusivos y vale la pena entrar también para ver cómo aprovecharon la antigua estructura. Además, es posible vislumbrar la separación de los pasajes y percibir como antes eran uno solo. Comunicados y alejados al mismo tiempo (¿nadie habrá querido juntarlos nuevamente?).

Siempre es bueno andar con los ojos bien abiertos, en sintonía por donde vamos caminando. Disfrutar del camino, que a veces suele sorprendernos más que el destino al que nos dirigimos. Así, uno puede encontrarse con el Pasaje Libertad y la Rue des Artisans o con tantos otros recovecos que guarda Buenos Aires.

Pasaje Libertad y la Rue des Artisans
Dirección / Endereço: Libertad 1240 y Arenales 1239, Recoleta – C. A. de Buenos Aires

Cómo llegar / Como chegar: la Avenida Santa Fe se encuentra a 150m, por allí pasan numerosos colectivos (como el 59, 152, entre otros). Y a 400m está la estación del Metrobús de nombre “Av Santa Fe” con los colectivos 67, 70 y 100.

– Otros paseos por Recoleta.

__________________

Y eso es lo que ofrece la Galería Güemes, ubicada sobre la peatonal Florida, en pleno centro de Buenos Aires. Este ícono del art nouveau porteño que fue inaugurado en el año 1915, tiene en su tope uno de los miradores más antiguos de la ciudad. Su altura de 14 pisos (87 metros) permite una vista pegada a las edificaciones lindantes. La galería es considerada uno de los primeros rascacielos de la metrópolis, era uno de los puntos más altos de la época, ahora simplemente quedó rodeada, cercada por el crecimiento de Buenos Aires.

La ubicación de este pasaje-galería y su mirador es realmente privilegiada: micro-centro porteño. El Río de la Plata para un lado, cúpulas, Puerto Madero, el Palacio Barolo, medianeras y carteles. Todo a la redonda, 360° de mirador. El transborador de La Boca, los edificios de Reconquista, la terraza del Edificio Bencich, el reloj de la Legislatura y vidrios a cuadrillé. Me hace acordar un poco a la vista que tenía desde mi antiguo trabajo (pueden leer este post aquí), parecido y divergente a la vez, la similitud y la diferencia en tan sólo diez cuadras.

Maravillada, así quedé al subir al mirador de la Galería Güemes  No quería bajar, quería seguir recortando retazos urbanos, porteños. Tantos años viviendo en Buenos Aires, varios meses sabiendo que había sido reabierto, y fue necesario mudarme a otro país y venir de visita para conocerlo. Sí, la vida, un cambio constante de perspectiva.

Buenos Aires vista, Buenos Aires desde las alturas. Buenos Aires desde el mirador de la Galería Güemes.

Mirador Galería Güemes
Dirección / Endereço: Florida 165 Torre Mitre Piso 14, San Nicolás – C.A. de Buenos Aires
Horario: Lunes a Viernes de 9:20 a 12 hs y de 15 a 17:40 hs
Precio / Preço: $20 (octubre 2014)
http://www.galeriaguemes.com.ar/mirador

Cómo llegar / Como chegar: a menos de 100m de la estación Catedral de la línea D de subte y a 400m de la estación Florida de la línea B.

El cuento “El otro cielo” de Julio Cortázar tiene a la Galería Güemes como una de sus protagonistas. Pueden leerlo aquí.

– Más ciudades vistas.

__________________

Como hoy por la tarde estoy viajando a Buenos Aires para pasar el fin de semana allá, me pareció un momento oportuno para escribir sobre mi experiencia y recomendaciones a la hora de comprar un pasaje de Buenos Aires a São Paulo (y viceversa) o de forma más general, un pasaje de Argentina a Brasil.

Siempre que algún amigo o conocido va a viajar de un país a otro, recibo alguna consulta sobre este tópico y me pareció una buena idea sociabilizar mi conocimiento(?). Jajaja no sé si podemos hablar de conocimiento, pero en los últimos años (amor a distancia de por medio), Buenos Aires – São Paulo fue mi ruta viajera de cabecera. Y ahora que estoy viviendo en São Paulo sigo atenta a ese trecho pero al revés, São Paulo – Buenos Aires, por causa de mi familia y amigos que viven en tierras porteñas.

Aerolíneas que vuelan de Argentina a Brasil (y viceversa)

Las empresas que yo conozco que vuelan de un país a otro son: Aerolíneas Argentinas, Emirates, GOL, LAN, Qatar Airways, TAM y Turkish Airlines.

Todas tienen vuelos directos de Buenos Aires a São Paulo (salvo Emirates), algunas saliendo desde Ezeiza y otras desde Aeroparque (en Buenos Aires), y en São Paulo siempre llegando a Guarulhos.

También pueden conseguir desde Buenos Aires vuelos directos a Rio de Janerio (con Aerolineas Argentinas, Emirates y TAM), Florianopolis (con GOL), Porto Alegre (con Aerolíneas Argentinas y GOL) y Fortaleza (es un vuelo nuevo de GOL, sale los días sábados). Es posible que existan más y que yo desconozca, comentarios son bienvenidos!

Para el resto de destinos brasileros hay que hacer conexiones (lo mismo si se quiere arribar en São Paulo al aeropuerto de Congonhas, y no a Guarulhos). Lo mejor en esos casos es volar a São Paulo o Rio de Janeiro, que es de donde salen la mayor cantidad de vuelos para dentro de Brasil.

También hay vuelos directos de Brasil a otras ciudades argentinas como Córdoba, pero no tengo información de primera mano al respecto.

Dónde comprar los pasajes y cómo elegir el vuelo

Personalmente cada vez que tengo que comprar un pasaje de Buenos Aires a São Paulo, hago una búsqueda rápida en los sitios webs de las aerolíneas que hacen la ruta. Ingreso a cada uno de ellos, pruebo las fechas en las que quiero/preciso viajar y veo cuál es la mejor oferta para esos días. Contemplo el valor del pasaje, de qué aeropuerto sale y a qué aeropuerto llega, si tiene escala, los horarios y también para qué programa de viajero frecuente voy a poder sumar puntos. Esas son las informaciones que hacen que me incline o no por determinado vuelo.

También busco el mismo pasaje en buscadores como Despegar.com (Decolar.com para Brasil), pero hasta el momento nunca conseguí un mejor precio en buscadores, con respecto al propio sitio web de la aerolínea.

Volar de Buenos Aires a São Paulo (y viceversa)

Esta es la ruta que yo más hice y de la que puedo hablar con propiedad, si es que eso es posible… Como dije al principio, por motivos personales viajé en los últimos años reiteradas veces de una ciudad a otra, por lo que fui acumulando kilómetros de vuelos en diferentes aerolíneas.

Les dejo a continuación una pequeña comparativa para que puedan saber los pro y contra de viajar por una u otra aerolínea, siempre viajando en la clase turista/económica:

Aerolíneas Argentinas
http://www.aerolineas.com.ar

Los más: tiene vuelos desde Aeroparque (que en mi caso, me queda bien más cerca de la casa de mis padres que Ezeiza), los horarios son buenos porque tiene vuelos a primera hora de la mañana y a última hora de la noche.

Los contra: en el último tiempo los precios en comparación con otras empresas están siendo más caros, no tienen entretenimiento a bordo con pantalla para cada pasajero y las veces que volé con Aerolíneas a São Paulo salí con demora. No sé si a acontece el 100% de las veces, pero vale la pena mencionarlo.

GOL
http://www.voegol.com.br

Los más: tiene vuelos desde Aeroparque, se puede salir en São Paulo desde el aeropuerto de Congonhas que es más cerca de la ciudad que Guarulhos pero para eso hay que tomar un vuelo con escala (yo ya hice esa ruta con escala en Porto Alegre o en Florianopolis), los precios suelen ser más económicos que en otras aerolíneas ya que sacan reiteradas promociones de la ruta Buenos Aires – São Paulo, se pueden conseguir buenos precios combinando puntos Smiles (el programa de viajero frecuente de GOL) + dinero.

Los contra: La mayoría de vuelos de São Paulo a Buenos Aires con escala que salen de Congonhas llegan a Ezeiza, la comida que te sirven (un sandwich) es básica tirando a mala y no tienen entretenimiento a bordo con pantalla para cada pasajero.

TAM
http://www.tam.com.br

Los más: tiene vuelos desde Aeroparque, suele tener buenos precios en los vuelos que llegan o salen de Ezeiza, cuentan con varios vuelos diarios y además ofrecen los de LAN ya que están asociados, me gusta leer la revista que reparten a bordo (TAM nas nuvens).

Los contra: difícil conseguir buenas tarifas en épocas de feriados y en los fines de semana, la comida que te sirven (un sandwich) es básica tirando a mala y no tienen entretenimiento a bordo con pantalla para cada pasajero.

Turkish Airlines
http://www.turkishairlines.com

Los más: Al ser un vuelo que en realidad continua para Turquía y sólo hace escala en São Paulo (o al revés, pasa por São Paulo como escala porque su destino final es Buenos Aires viniendo desde Estambul) toda su infraestructura es de un avión más grande que los que realizan vuelos entre destinos sudamericanos de corta distancia, cuentan con entretenimiento a bordo con pantalla para cada pasajero (siii! por el tiempo de vuelo da justo para ver una película), la comida que sirven es literalmente comida (y no un sandwich).

Los contra: sólo sale de / llega a Ezeiza, los horarios son bieeeen tarde (sale tipo 23hs de Buenos Aires y llega a São Paulo casi 3am) y el regreso es similar pero un poco más temprano.

Neutro: los precios varían bastante, a veces hay buenas tarifas, otras veces es caro en comparación al resto.

Las dos que aún no pude experimentar que también vuelan directo Buenos Aires – São  Paulo son LAN y Qatar Airways. Si vuelo por alguna de ellas a corto plazo, las sumaré a la comparación.

Vale aclarar que también se puede viajar de Argentina a Brasil en micros de larga distancia, pero como nunca lo hice, no sé cómo es el servicio.

Espero que les haya sido útil esta información. Todo tipo de comentarios y sugerencias serán bienvenidas. ¡A volar!

__________________

El Google Street View siempre fue una buena herramienta para poder mostrarle a mi familia y amigos algunos lugares de São Paulo u otras ciudades por las que había andado, y también para recordar algunos recovecos que aún hoy al verlos me hacen sonreír. Recuerdo que la última vez que viajé a Alemania y pasé varias semanas en Düsseldorf, cuando tuve la dirección donde me iba a quedar, lo primero que hice fue buscarla allí. Lo mismo cuando me mudé hace algunos meses a São Paulo: a mi familia y amigos cercanos les mandé el enlace para que puedan ver como era el frente del predio donde vivo.

Ahora también lo voy a poder hacer en Buenos Aires… caminar un poco por Parque Chas (el barrio mágico y amado donde viví los últimos años), mirar el frente de mi ex-escuela, deambular por la calle arbolada Melian en Belgrano, ver mesitas ocupando las veredas de Palermo, buscar algunos murales coloridos que me gustan, espiar las fachadas de algunos cafecitos, bajar la calle Corrientes hasta el bajo y tantos otras postales que conforman mi Buenos Aires.

Les dejo algunas imágenes:

Gándara, una de las diagonales del barrio de Parque Chas

Corrientes y Florida, en pleno centro porteño

Los murales de Martin Ron (post completo aquí) y Blu en la calle Holmberg

Esquina de Costa Rica y Gurruchaga, en el barrio de Palermo

Calle Melian, en el barrio de Belgrano

La plazoleta Dr. Carlos Pellegrini sobre la calle Arroyo, en el barrio de Recoleta

La Avenida de Mayo, con el Cabildo a la derecha y la Casa Rosada al fondo, en el centro de Buenos Aires

Avenida de los Incas y su boulevard

El frente del querido café Malvón sobre la calle Serrano, en Villa Crespo

La Avenida 9 de Julio, con el Obelisco de frente

más amor por favor, reza una pared en el barrio de Parque Chas

De postales urbanas, el nombre no es casual… Yo amo las ciudades grandes! Me encantan, me intrigan, me fascinan. Me atrapan, me deslumbran, me desbordan. Mismo conté en este post que estoy escribiendo mi tesina de grado sobre un tema relacionado a Buenos Aires y sus representaciones.

La mayor parte de mi vida la transité en una megalópolis como es Buenos Aires: muchedumbre, diversidad cultural, tránsito, arte urbano, amontonamiento, edificios, gente, negocios, luz de noche, cafés, movimiento, ruido, jacarandá y calles angostas. Mutación constante.

Pasé una temporada de casi seis meses en São Paulo (qué decirles…) y otra más corta en Frankfurt. Sólo una vez viví fuera de la ciudad, fue en el 2006; pasé un año en Langenhain, un dorf (pueblo) en la región de Hessen, Alemania. Todavía recuerdo el desconcierto que sentí los primeros días, entre el alemán, mi tarea de niñera (fue un intercambio de Au Pair) y ese pueblo minúsculo para mis medidas porteñas. Bosque a la redonda, saludar a los vecinos y el ómnibus que sólo pasaba de lunes a sábado por la tarde. No había negocios (sólo una panadería y un minimercado), no había cine pero sí mucho verde y casas preciosas. Langenhain era así, una no-ciudad. Y para mí, una experiencia inolvidable.

Hace algunos meses, con São Paulo en el horizonte – Mayo 2013

Frankfurt vista – Enero 2008

Así eran los senderos alrededor de Langenhain – Septiembre 2006

Mi ventana en Langenhain – Noviembre 2006

Durante los últimos meses en Brasil, fuimos un día con mi novio a un pueblo que queda en el interior del estado de São Paulo. Amparo, así se llamaba el pueblo. Siempre quise escribir un post para este blog que se llamase “Amparo en el interior de São Paulo”, jugando con el nombre del lugar y para describir la sensación que sentí aquella tarde de junio: amparo. Frente a todo el aturdimiento y locura de São Paulo, esa tarde me sentí amparada por las callecitas de adoquines, entre edificaciones de impronta portuguesa y el sol del pseudo-invierno brasilero en un cielo celeste pleno. Amparo parecía salido de un cuento y nosotros habíamos llegado casi por casualidad (mi novio tenía una competencia de judo ahí). Era diferente al resto de sitios que conocía. De otro tiempo, de otro ritmo. Volví encantada. Recuerdo el viaje de vuelta, charlando con mi novio sobre cómo sería vivir en un lugar así… dar vuelta el tablero (el tablero urbano)  y cambiar de aire, de lógica. Ese día terminé convenciéndome de que lo mismo que me gustaba de Amparo, de vivir fuera de una gran ciudad, a la larga me iba a agobiar: el no-ruido, las no-millones-de-personas, la no-locura-urbana, la no-agitación-diaria.

Así es Amparo.. – Junio 2013

Amparo tenía faroles – Junio 2013

Y calles con adoquines – Junio 2013

Casas con azulejos portugueses – Junio 2013

Espero volver.. – Junio 2013

Y ahora esa misma sensación… La semana pasada estuve una tarde en Lobos y otra en San Andrés de Giles, ambos pueblos de la provincia de Buenos Aires. Calles desiertas, plazas encantadas, árboles de tilo y la amabilidad de las personas. El aire corría, tranquilo, y en la ruta había perfume a eucalipto. Los negocios cerrados al mediodía y abuelos sentados en bancos charlando a la sombra. Todo respondía a otro tiempo, distinto del mío en Buenos Aires. Y sólo estábamos a pocos kilómetros, a algunas horas de distancia. Otro ritmo, otra lógica interna a la que no estoy habituada.

Lobos – Diciembre 2013

San Andres de Giles – Diciembe 2013

Me fui con la sensación de que ellos, los no-atrapados-por-la-gran-ciudad, eran más felices que yo. Que de alguna forma la vida –al menos en Buenos Aires– está tomando un rumbo desesperado del que a veces siento ganas de huir, pero del que al mismo tiempo no puedo imaginarme fuera. Sigo con esa incertidumbre, esa ambigüedad, de pensar si sería o no capaz, si sería o no feliz, viviendo en un lugar que no fuera una metrópoli. ¿Tan percutida, tan modelada a la ciudad estoy?. ¿Tan amalgamada, tan dependiente que no me siento capaz de salir fuera de su lógica cada vez más vertiginosa y absurda?. No lo sé. Y en todo caso, ¿podrá esa ciudad que tanto amo parar por un segundo y recalcular su camino, su ritmo?. Tampoco lo sé.

Esta foto acompañó un ensayo que escribí sobre Buenos Aires para la facultad que se llamaba “Enmarcada” – Noviembre 2007

DATOS ÚTILES – CÓMO LLEGAR

A Langenhain (desde Frankfurt, Alemania) – 28 km aprox.:
Desde la estación central de Frankfurt (Alemania) se puede viajar con el S-Bahn 2, en dirección Niedernhausen (son unos 20 Minutos) hasta la estación Hofheim am Taunus. Allí tomar en la terminal principal el Bus 403 hasta Langenhain (10 Minutos). Horarios en: http://www.rmv.de

A Amparo (desde São Paulo, Brasil) – 143 km aprox.:
Yo fui en auto pero esta empresa hace el trayecto São Paulo-Amparo en ómnibus: http://www.institucional.fenixfacil.com.br

A Lobos (desde Buenos Aires, Argentina) – 105 km aprox.:
Desde Buenos Aires hay un servicio de combis (http://www.lobosbus.com.ar) que sale de Callao y Mitre. Sale $80 (precio diciembre 2013) y demora casi 3 horas.

A San Andrés de Giles (desde Buenos Aires, Argentina) – 110 km aprox.:
Desde Buenos Aires la empresa La estrella hace el trayecto en micro desde la estación de Retiro. Demora tres horas y sale $58 (precio diciembre 2013). Otra opción es ir hasta Luján con el colectivo rápido 57 ($16,50) y de ahí tomar un colectivo de línea que llegue a San Andrés de Giles ($4,30).

__________________

Se muestran de a poco, en algunos lugares antes que en otros. Árboles repletos, otros más vagos y pelados (como el del jardín de mi casa, que da pocas flores y siempre a destiempo). Por Cabildo, en la 9 de Julio y la Avenida Figueroa Alcorta. En el Rosedal, en Talcahuano y Viamonte, cerca de Once y en Dublin y Hamburgo. Buenos Aires se tiñe de jacarandá.

Sonrío cuando paso por un árbol florecido, no puedo evitarlo. Y sufro cuando llueve fuerte pensando en que a la mañana siguiente van a haber menos flores colgadas de las ramas (y mientras pienso en la canción de María Elena Walsh, al este y al oeste, llueve y lloverá, una flor y otra flor celeste, del jacarandá.. aunque para mí las flores sean lilas).

Sí disfruto cuando comienzan a caer por si solas y uno camina bajo un rocío de jacarandá. Mágico. Las veredas quedan cubiertas y las pseudo campanitas lilas se convierten en una alfombra colorida sobre Buenos Aires.

Muchas veces me pregunto si seré la única persona que siente profunda alegría por este árbol y sus flores. Tampoco sé muy bien por qué me transmite una sensación de felicidad y bienestar. ¿Será por su color, o por la forma de su flor?. ¿Tal vez por la época del año, tan primaveral, tan soleda, tan jacarandá?.

Lo único que sé es que para mí noviembre en Buenos Aires es de jacarandá. Y eso, me hace feliz.

Dónde:
Avenida Del Libertador, Avenida Figueroa Alcorta, Talcahuano y Viamonte, Barrancas de Belgrano, y en todos los barrios porteños
Cuándo:
Noviembre

Post relacionado:
Ipê-rosa, mi jacarandá paulista

__________________

Como el último fin de semana se desarrolló en Barrancas de Belgrano la correspondiente al mes de noviembre, decidí ir cámara y libreta en mano para poder registrar el trajín que genera.

Sobre la calle Echeverría y rodeando la hermosa glorieta del parque, estaban ubicados todos los expositores de esta última edición del Buenos Aires Market.

Por allí circulaban familias enteras, parejas, bolsas y panes con cereales. Budines, zanahorias, mermeladas, miel orgánica y castañas. Azúcar mascabo, milanesas de soja y amigas con jugos en la mano. El público, así como la oferta de productos, era amplio y variado.

Además de puestos con productos a la venta, había otros de comida vegetariana para almorzar al paso o también opciones de panadería y dulce para la merienda de la tarde. Eso sin contar la múltiple oferta de jugos: limón con menta, maracuyá, frutilla, y otras infusiones, como café y cerveza orgánica.

Muchas personas se sentaban a disfrutar lo que habían comprado en unas largas mesas comunitarias que había instaladas en un sector del parque, mientras que otras comían al paso, continuando con su recorrido.

Lo primero que noté (al menos yo, comparándolo con otras ferias o mercados de alimentos) fue el orden y la limpieza que había en el lugar, la cuasi ausencia de olores y la decoración minuciosa y moderna. Cada puesto con su toldo a colores, sus productos en exposición bien ordenados y alguna que otra pizarra escrita a mano con tizas de colores. A diferencia de un mercado tradicional de plaza o de galpón cerrado, Buenos Aires Market se presentaba más como un paseo de fin de semana, que como un lugar para ir a hacer los mandados diarios. Un mercado chic, cuidado, con la impronta orgánica y gourmet que reina en nuestros días; donde comprador-vendedor se intentan volver a mirar a la cara. No se escuchaban gritos (a pesar de que la cantidad de gente que había era impresionante) y muchos aprovechaban para degustar las delikatessen que ofrecían sin cargo.

Me resultó interesante comparar en mi cabeza a Buenos Aires Market con la idea que tengo de feria o mercado de alimentos. Pensar como los espacios y las prácticas van cambiando, se van transformando de acuerdo a las necesidades y preferencias de ciertos sectores de la sociedad (y también del propio mercado capitalista..). Si hoy existe Buenos Aires Market, es porque muchas personas alejadas de la costumbre de “ir al mercado” encontraron esta nueva propuesta atractiva y conveniente. Esa idea de no comprar todo lo necesario en el supermercado pero tampoco en el antiguo mercado (con lo que eso implica), de conseguir algún producto natural y exclusivo, de escaparle un día al café o restaurant cerrado. Un modo de compra y pasatiempo modelado, aggiornado.

Dejo así la invitación a que se acerquen a la próxima edición del Buenos Aires Market y conozcan esta nueva propuesta de feria de alimentos que hay en la ciudad. Por mi parte -y como ya comenté en un post sobre el Mercadão de São Paulo-, me encanta visitar mercados y ferias, así que seguiré frecuentándolos y conociendo las nuevas variaciones que trae este siglo XXI.

Buenos Aires Market
http://www.buenosairesmarket.com
Dónde: diferentes puntos de la Ciudad de Buenos Aires, es itinerante
Cuándo: un fin de semana al mes, de 10 a 19 hs

Otras sugerencias:

– Además de poder comprar algún producto de los que se ofrecen, vale la pena ir en el horario de almuerzo o merienda para aprovechar los puestos de comida al paso y pasar un mediodía/una tarde al aire libre.

– Los precios son variados: hay algunos locales con productos caros y otros muy accesibles.

– No todo lo que se ofrece es artesanal o de pequeños vendedores. Hay algunos puestos que ofertan mercaderías industriales que fácilmente se consiguen en supermercados.

– Muchos de los puestos de panadería y dulces son de cafés o negocios que también cuentan con locales en la ciudad. ¡Es cuestión de preguntar!

__________________

Puestos y más puestos ubicados en un terreno declive y caprichoso, con toldos y lámparas. Artesanías en cuero, madera, vidrio y metales. Pulseras de macramé, vestidos de colores, carteras y cerámicas. Todo a la vista, mercado a cielo abierto. Sólo es cuestión de recorrer con paciencia, esquivando personas y con los ojos bien abiertos para encontrar lo que estamos buscando (o que algo que no estábamos buscando nos encuentre a nosotros).

Hermanos pidiéndoles a sus padres que les compren unos títeres, algunas chicas probándose zapatos artesanales y una mujer acercándose a la oreja un par de aros para ver en el espejo cómo le quedan. Una vendedora explicando en inglés cómo pinta sus platos de cerámica, una señora dibujando en un cuaderno y un hombre vendiendo panes rellenos de sabores varios. Todos juntos en el mismo lugar.

Además de la feria de artesanías, los fines de semana Plaza Francia (en realidad la feria ocupa la Plaza Intendente Alvear) se llena de personas que eligen pasar el día al aire libre. Tirados en el pasto, de picnic con amigos, escuchando música o viendo algún espectáculo a la gorra. Cuando el clima acompaña (sobre todo en primavera y verano), el parque queda cubierto de personas que deambulan entre los puestos y se esparcen sobre el verde, con sus lonas y el mate girando en ronda.

En mi caso, pensar en Plaza Francia es pensar en un domingo con mis amigas. Es una salida que hago hace años, una excusa para juntarnos una tarde y sentadas en el pasto reírnos y charlar un poco.

Desde esa conjunción, Plaza Francia es única en Buenos Aires. Permite conocer una feria de artesanías varias y al mismo tiempo te invita a quedarte. Pasar un sábado o domingo al aire libre y –de paso– comprar alguna artesanía.

Feria de Artesanos de Plaza Francia
Avenida Del Libertador y Avenida Pueyrredón
Recoleta – C. A. de Buenos Aires
Cuándo: Sábados y domingos
Cómo llegar: Colectivos: 17, 61, 62, 67, 92, 93, 110, 124, 130

Nunca antes lo había visto, al menos no recordaba haberlo hecho. Cuántas veces había pasado por ese lugar caminando, en auto, en colectivo, y sin embargo no tenía ningún recuerdo de la obra que ya lleva 25 años ocupando aquella medianera.

Brilla el sol. Un Gardel sonriente, el puerto y la Usina de La Boca, caballos corriendo en el hipódromo de Palermo y Maradona gambeteando con una pelota. Una pareja apasionada bailando tango, edificios, cúpulas y un canillita vendiendo el diario matutino. Y el Obelisco, claro, en la corbata de Gardel.

Todo eso es Buenos Aires para Páez Vilaró, o al menos todo eso era la ciudad que retrató en 1989 (¿cómo sería hoy, en el 2013?). Una suma de símbolos, un recorte. Representaciones urbanas, porteñas, en una pared en el medio de la transitada Avenida Figueroa Alcorta.

Me puse a pensar cómo sería Mi Buenos Aires querido, cómo sería si tuviese que condensar a Buenos Aires sobre una pared. Con qué colores la retrataría, las figuras que elegiría, las personas. La distribución del espacio, las formas, las calles. Quizás algunas palabras.

Qué difícil. Por suerte, no sé dibujar.

Mural Mi Buenos Aires querido de Carlos Páez Vilaró
Avenida Figueroa Alcorta y Tagle
Palermo – C. A. de Buenos Aires
Cómo llegar:
Colectivos 67 y 130

__________________

De postales urbanas en Facebook https://www.facebook.com/depostalesurbanas
Y en Twitter https://twitter.com/depostalesurban

Este sábado empecé a caminar en busca de un elástico de color para hacer tiradores, ya que a la noche tenía una fiesta de disfraces. Tenía que ir a una mercería, ¿dónde más podría encontrar lo que andaba precisando?. Cuando llegué al local –y para mi sorpresa–, estaba repleto de personas. Yo había sacado el número 25 e iban por el 13.

Una nena queriendo comprar un elástico para saltar dándole indicaciones a su mamá de cuan ancho debía ser, una mujer pidiendo un mendafácil para emparchar la bermuda gris de su hijo, otra señora encargando alfileres: “una docena de esas chiquititas de punta”, le dijo al señor del otro lado del mostrador. Había jóvenes, mamás e hijas y una señora con bolsas del supermercado. Ningún hombre de compras, salvo un nene en brazos y el señor canoso que atendía el local dando indicaciones para todos lados. Una mujer pidió metro y medio de tela azul.

El negocio era angosto y sus paredes estaban cubiertas de armarios y estantes. Cajas forradas de papel deslucido con rótulos a mano, latas redondas, hilos colgando, cajones con botones pegados (me encantan los botones), vidrieras con lanas hechas ovillo. Un exhibidor de anilina Colibrí, muestras de telas navideñas y bobinas de cintas de colores brillantes. Todo era texturas.

Pensé en mi tía abuela y en mi abuela. En sus máquinas de coser, sus tarros blancos repletos de hilos, dedales y restos de tela. En mis vestidos con cuello y en los dobladillos de mis pantalones. En mi tía enseñándome a coser botones sobre una tela celeste. Ir a la mercería era ir a buscar algo que ellas precisaban, era acompañarlas, era preguntarles qué habían hecho hoy y saber que dentro de la rutina se encontraba pasar por aquel lugar.

Me sorprendió que el local estuviese lleno de personas porque pensé que eran pocas las que aún compraban en pequeños negocios. Ese sábado la mercería tenía vida, tenía colores. Si bien emanaba un cierto aire anticuado, a naftalina, allí estaban todos aquellos visitantes en busca de alguna cosita que (¿sólo?) ese tipo de local podía ofrecerles.

Entre tanto shopping e hipermercado, tanta cadena mayorista, tanto anonimato, me gustó reconocer como el pequeño comercio sobrevive en la ciudad, en Buenos Aires. Desde la especialidad de su mercado y la cercanía. Desde la experiencia, desde el consejo amigo. Desde la resistencia. Muchos se extinguieron (pensaba en el local de galletitas que había a la vuelta de mi casa cuando tenía 7 años, cómo el dueño pesaba los anillitos de colores y me los daba en una bolsita), pero algunos sobreviven (con esfuerzo, seguro) para mostrarnos que otro tipo de intercambio, de comercio, de relación vendedor-comprador es posible. Ya sé, estoy vieja.

Al final llegó el número 25 y el vendedor me preguntó que precisaba: le dije que un elástico para hacer tiradores. Me mostró todos los colores y me ayudó a que me decidiese por el lila claro. Probamos la medida y me aseguró que con 2 metros me iba a alcanzar. Le agradecí su amabilidad y me fui contenta con el elástico enrollado dentro de una bolsita de papel madera.

__________________

El Grand Splendid fue inaugurado en el año 1919 y vio proyectar en su sala joyas cinematográficas, entonó melodías junto a artistas nacionales e internacionales y albergó a la Radio Splendid a partir de 1923. Como tantos otros espacios en Buenos Aires que durante años formaron parte central del circuito cultural de la ciudad, este antiguo cine-teatro fue olvidado para con el tiempo renacer en un nuevo uso: luego de cierre, abandono y refacciones, su espacio mutó para convertirse en el año 2000 en una megalibrería.

La librería actual conserva la elegancia y porte del pasado: la gran sala con los palcos en el frente, su cúpula pintada y parte de la ornamentación original en las columnas y paredes. Su entrada de escalones con la no-más-existente boletería, así como los pisos superiores balconeando, que permiten hoy en día observar cómo las personas deambulan entre los pasillos, hurgando y deteniéndose ante los diversos libros.

En el antiguo escenario –y con su telón de terciopelo entreabierto– funciona un bar que invita a sentarnos café en mano. También se pueden aprovechar los sillones que están a ambos lados de la sala principal o bien ubicarnos en los exclusivos palcos para hojear algún libro que nos guste (sin obligación de compra, por supuesto).

A quienes anden por Buenos Aires, los invito a visitar El Ateneo Grand Splendid. Ya sea con la excusa de comprar un libro o por el simple hecho de querer conocer esta librería tan particular.

El Ateneo Grand Splendid
Dirección:
Av. Santa Fe 1860
Recoleta – C. A. de Buenos Aires
Cómo llegar:
Subte Línea D, Estación “Callao”
Colectivos: 10, 12, 17, 29, 37, 39, 59, 60, 95, 99, 101,
106, 108, 109, 111, 124, 132, 140, 150, 152

__________________

De postales urbanas en Facebook https://www.facebook.com/depostalesurbanas
Y en Twitter https://twitter.com/depostalesurban

Caminar y leer en las pizarras expuestas en la calle: café con leche + medialunas. A veces dos, pero el clásico son tres. Carteles impresos, ilustrados o manuscritos en tiza. Constante de Buenos Aires.

Las medialunas son de manteca (LAS en mayúscula). Si bien en muchos bares ofrecen las de grasa, al pensar en una imagen, en un sabor, las que aparecen son siempre las de manteca. Algunas más infladas, otras doradas, con las patitas pegadas y el almíbar que se pegotea en los dedos. Están las que vienen con jamón y queso.

Antes de ir a trabajar, después de un análisis de sangre, una tarde con amigos o un desayuno dominical tardío. En un bar del microcentro, una cafetería de Belgrano o este último feriado con mis papás en Mendoza y Ávalos.

Siempre, en el tiempo, café con leche y medialunas.

Buenos Aires tiene infinidad de cafés y yo hacía varios años que no iba al Gran Café Tortoni. Sentarme en esas sillas de madera, la sala iluminada de tono amarillo, los vitrales en su techo, el mostrador a lo largo y el tintinear de tazas. Las columnas altas, sus mesas de mármol, los mozos de traje oscuro, jarritas de chapa y las paredes forradas cubiertas de cuadros.

A sala llena..

En colores, en el tiempo..

Menú del Café Tortoni

El Café Tortoni es de otro tiempo. Ubicado en la Avenida de Mayo al 800, en pleno centro de Buenos Aires, fue fundado en 1858 y permanece reluciente, testigo de años pasados.

Surgió como café ilustrado, el café parisino copiado en tierras sudacas. Basta ingresar en alguna de sus salas para percibir un aura de superioridad, de local refinado y exclusivo. Parte de esa Avenida de Mayo que imitaba el trazado y estilo de recovecos no-propios. Se convirtió en un lugar de encuentro y efervescencia cultural; de peñas, tango y escritores. Vio a Buenos Aires transformarse y la acompañó hasta tornarse en la ciudad cosmopolita que hoy en día es.

El mostrador y sus altísimas columnas..

Personajes de renombre pasaron por allí (desde Benito Quinquela Martín hasta Alfonsina Storni, pasando por Raúl González Tuñón, Jorge Luis Borges y Carlos Gardel) y mientras uno está sentado hoy en sus mesas, tomando un café con leche con medialunas o un chocolate caliente con churros, da la sensación que estos señores podrían de un momento a otro volver a cruzar la puerta de entrada y acompañarte un rato. Porque el Café Tortoni genera eso, la fantasía de transportarnos a otra época.

Carlos Gardel, habitué del Café Tortoni

Si bien mantiene ese ambiente-pasado-construido, hay que reconocer que la gran cantidad de personas que lo frecuentan por las tardes (visitantes y también porteños) y los grupos de turistas que llegan con sus tours programados y sus salas reservadas, rompen un poco el hechizo de autenticidad que el Tortoni pretende imponer (charlando con el señor que se ubicaba en la entrada, me dijo “tiene que volver a la mañana, parece un café más de la ciudad”). Ya hace varios años que este antiguo bar se volvió casi una parada obligada para los turistas y viajeros que llegan a Buenos Aires.

Sin embargo, y a pesar de esa última salvedad, en ese mapa imaginario de cultura de café que recorre Buenos Aires, el Café Tortoni guarda un lugar privilegiado. ¿Por qué no ir a conocerlo?

Café Tortoni
Dirección / Endereço: Avenida de Mayo 825, Monserrat – C. A. de Buenos Aires
http://www.cafetortoni.com.ar
Teléfono: +54 11 4342-4328
Cómo llegar / Como checgar: Subte Línea A, Estación “Piedras”; Subte Línea C, Estación “Avenida de Mayo”.
Precios / Preços: Café con medialunas $32, Chocolate con churros $40 (septiembre 2013)
Horario: Lunes a sábados, de 08:00 a 03:30 hs. Domingos, de 08:00 a 01:00 hs.

__________________

Ese día elegimos con mi novio: chocolate con churros + café con leche con medialunas

Tengo que escribir la/mi tesina para terminar mis estudios en Ciencias de la Comunicación. Escribir, tengo que escribir. Sentarme y palabra a palabra ir anudando varias de las ideas que deambulan desconectadas. Ardua tarea. Y seguir reflexionando en otras tantas para darle forma a la no-forma (o al intento de forma que hoy en día es esa tesina).

Y a su vez quiero continuar con De postales urbanas, con este blog recién nacido. Aprovechar Buenos Aires y retratarla. A mí manera.

Reza mi ventana..

Septiembre fue un mes en el que no supe combinar esas dos escrituras, las dos Buenos Aires de palabras (sí, mi tesina está relacionada a la ciudad y sus representaciones). Precisé dedicarle más tiempo a la tesina y dejé a un costado al blog; y no me siento orgullosa de eso.

Quiero escribir y quiero que octubre dialogue con mis dos Buenos Aires. ¿Podré?

__________________

De postales urbanas en Facebook https://www.facebook.com/depostalesurbanas
Y en Twitter https://twitter.com/depostalesurban

Mientras, rondo por Parque Chas..

y leo..

y sigo leyendo..

Hace unos días me junté con una amiga y como nuestro plan inicial resultó ser inviable, empezamos a deambular por varios lugares de Buenos Aires mientras charlábamos y tirábamos algunas fotos.

Así llegué de vuelta a esa flor. Así me encontré con ella.

Aquel sábado había muchas personas sentadas en el verde, riéndose, tomando mate en los bancos. Estaba el vendedor de pochoclos y pirulines y también turistas que caminaban al sol. El lugar tenía vida, tenía música. Y aquella flor danzaba en el medio, con su mirada en el cielo, centro de todo aquello. Tenía que darle una oportunidad.

Cruzamos las rejas verdes que rodean la plaza (¿soy la única que disiente plenamente con cercar un espacio abierto?) y anduvimos por los senderos que van demarcando diferentes posibles caminos.

Aquella flor tiene nombre: ahora sé que se llama Floralis Genérica y que fue un regalo del arquitecto Eduardo Catalano para la ciudad de Buenos Aires. Inaugurada en el año 2002, pesa dieciocho toneladas y mide 23 metros de alto. Con su apodo de Floralis Genérica pretende convertirse en síntesis y símbolo de todas las flores existentes, como si todas ellas estuviesen reunidas y representadas de alguna forma en aquella obra de arte que se posa en suelo porteño.

Cuenta con un mecanismo que en el pasado le permitía abrirse y cerrarse de acuerdo al horario del día, pero lamentablemente ya hace algunos años está averiado y por esa razón perdió aquella capacidad que siempre me había hecho pensar en los “rayitos de sol” (pequeñas flores que se cierran y abren por la luz del día). Recuerdo que de niña teníamos con mi familia en el balcón una maceta repleta de estas flores color fucsia que siempre despertaron mi curiosidad. De alguna forma misteriosa (o no) la flor gigante me hace pensar en los rayitos de sol.

Lo que más me cautivó de Floralis Genérica –además de lograr erguirse como centro y reina de aquel parque, transformándolo en un espacio alegre– fueron los reflejos que permite su material. Ver como entre tanto celeste se desdibujaban edificios y algunos niños jugando. Como te permitía observar un verde rugoso y hasta algunas misturas de colores indescifrables. Mirar además nuestro propio espejo, mirarnos.

A veces sucede que un lugar de la ciudad nos da una primera impresión mala o quizás lo tildamos con algún rótulo que nos impide acercarnos a él. Con la flor gigante de Buenos Aires aprendí que siempre hay que dar una nueva oportunidad a todo recoveco urbano.

Floralis Genérica
Plaza de las Naciones Unidas
Av. Figueroa Alcorta y Austria
Recoleta – C. A. de Buenos Aires
Cómo llegar: colectivos 17, 61, 62, 67, 92, 93, 110, 124, 130

__________________

Y así llegué caminando a la esquina de Pedro Ignacio Rivera y Holmberg en el barrio porteño de Villa Urquiza para conocer la nueva obra de Martín Ron “El cuento de los loros”: un mural de 412 metros cuadrados que se convirtió en el más grande de la Ciudad de Buenos Aires. Ocupa tres medianeras que dan a una pequeña plaza, al lado de la sede del CBC de Drago, donde también se pueden apreciar unas esculturas diseñadas por el arquitecto argentino Clorindo Testa. Calle de por medio se vislumbra otro mural que fue pintado hace ya algunos años por el artista italiano BLU.

Un niño de gorra y jeans sentado sobre su skate en el verde libera su imaginación e inunda la pared de fantasía, sonido y color: sobre una tabla de skate gigante un chico-escultura desnudo (sólo tiene un casco rojo) sonríe mientras escucha el canto de unos papagayos a través de la bocina de un fonógrafo. Un hombre de boca abierta con un loro sobre su lengua está colgado por sus pelos de una avioneta y tiene conectados sus auriculares al fonógrafo. Puro surrealismo. Y una mano sale de la patineta con una varilla de madera donde una abeja gigante se posa al lado de un disco de vinilo, simulando a mí entender un tocadiscos. En una punta del skate aparece un DJ que pareciera dirigir esta sinfonía y en la otra punta sentado el propio arquitecto Clorindo Testa.

La idea de darle color a esos paredones surgió del periodista Matt Fox-Tucker, fundador de Buenos Aires Steert Art, para posicionar al barrio de Villa Urquiza como Distrito de Arte Urbano porteño. Convocó a Martín Ron para el trabajo y contó con el apoyo de la Comuna 12 y el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. La obra fue pintada en 16 días y Martín recibió ayuda de Juan “Jiant” Antonucci y Guillermo “Guiviro” Ron.

No hay que olvidarse que el lugar donde se encuentra el mural era parte de la traza de la AU3, autopista nunca realizada que dejó espacio a una concatenación de baldíos y predios olvidados. El mural “El cuento de los loros” fue realizado en el marco del proyecto Barrio Parque Donado-Holmberg que tiene como objetivo revitalizar la zona.

Espero que Buenos Aires continúe ofreciendo sus paredes y recovecos para este tipo de intervenciones que nos sonríen al caminar.

Mural “El cuento de los loros”
Pedro Ignacio Rivera y Holmberg
Villa Urquiza – C. A. de Buenos Aires
Cómo llegar: a una cuadra de la Estación Drago (Tren Línea Mitre, Ramal J. L. Suárez)