Aprovechando el viaje, quería compartir acá en el blog algunas recomendaciones para todos los viajeros que quieran conocer Frankfurt. Y a todos aquellos que están planeando un viaje a Europa, más precisamente a Alemania, y no tienen pensado pasar por esta bella ciudad que se encuentra a orillas del río Main, espero poder convencerlos de visitarla. ¡No se van a arrepentir!

Por qué visitar Frankfurt

Es una de las principales ciudades de Alemania y uno de los corazones financieros de la Unión Europea. El río Main la atraviesa y junto a sus torres de vidrio y cemento regala una de las postales más lindas del país. A su vez, supo condensar lo antiguo y lo moderno, los vidrios a cuadrillé de sus edificios de oficinas con casas de escaleras y molduras pasteles. Al no ser muy grande, se vuelve fácil recorrerla a pie o en bicicleta y para lugares más distantes puede usarse el transporte público que funciona a la perfección: el U-Bahn (subte) dentro de la ciudad y el S-Bahn para conocer los alrededores. Si bien su movimiento cultural y artístico no se compara con el de ciudades como Berlin, hay una variedad de actividades y museos con exposiciones y diversas propuestas culturales bien interesantes que pueden visitarse durante la estadía en la ciudad.

Para mí Frankfurt es sinónimo de casa, puedo moverme sin problemas y aunque hacía cinco años que no caminaba por sus calles, en este último viaje me llevó menos de un día poder reacomodarme. Reconozco que cualquier valoración que haga de la ciudad esta teñida por el sentimentalismo que le guardo jeje, pero realmente Frankfurt es un lugar muy amigable para pasar unos días, sumergirse en el ambiente cotidiano que transmite y conocer una de las tantas caras que Alemania y su pueblo ofrecen.

Qué ver y hacer en Frankfurt

Si bien no me gusta hacer listas, estos son los primeros lugares que me vienen a la mente cuando alguien me pregunta qué tengo que visitar en Frankfurt:

• Caminar por las orillas del Main, a la altura del centro de la ciudad, cruzando por el antiguo puente Eiserner Steg. Desde ambas orillas se pueden observar dos vistas maravillosas y bien distintas de Frankfurt.
• En el centro, el cartón postal de la ciudad es el Römerberg: una explanada con varios edificios históricos a su alrededor y una fuente en el medio, donde se destaca el ayuntamiento. No son las edificaciones originales, sino que son reconstrucciones. Como muchas ciudades alemanas, Frankfurt fue bien bombardeada y poco había quedado de ella cuando terminó la Segunda Guerra Mundial. En la actualidad, el área entre el Römer y el Dom (la catedral) está en plena refacción, ya que están reconstruyendo varias manzanas para devolverles el aspecto que tenían antaño.
• Recorrer el área peatonal de la ciudad, desde la Alte Oper (la ópera antigua) hasta la Konstablerwache. Es el corazón de la ciudad, donde las personas se reunen, pasean y van de compras. Principalmente en la Zeil, a la altura de la Hauptwache.
• Pasear una mañana por el Palmengarten y su vecino Grüneburgpark, dos espacios verdes muy bellos que tiene Frankfurt. Ambos quedan en Westend, uno de los más bonitos de la ciudad.
• Buscar las exposiciones que hay en los varios museos que tiene la ciudad, seguro van a encontrar alguna que les interese: Schirn Kunsthalle, Städel Museum, Museum für Moderne Kunst, Senckenberg Museum, Jüdisches Museum, Deutsches Filmmuseum, etc. También se puede visitar la Goethe-Haus, la casa en Frankfurt donde vivió Goethe por un tiempo.

Estoy pensando en armar un recorrido de 48 hs en Frankfurt, contándoles lo que a mí me gusta hacer y ver, por dónde caminar, dónde tomar un cafecito, etc. ¿Qué les parece la idea?

Además de la ciudad en sí, hay algunos paseos que pueden hacerse durante el día tomando a Frankfurt como base y moviéndose con S-Bahn o tren:

• Visitar algunos de las pequeñas ciudades que quedan en la zona conocida como “Taunus”. Es más rural que Frankfurt y van a poder ver lo que es un “pueblito alemán”.¡BE-LLO! Les recomiendo Hofheim am Taunus o Königstein im Taunus. Viví un año en Hofheim am Taunus (más precisamente en Langenhain) como Au Pair y tengo muy lindos recuerdos. Con el S-Bahn desde la estación central de Frankfurt se llega en media hora.
• Heidelberg es una de las ciudades más lindas que he conocido en Alemania y queda a menos de una hora de tren de Frankfurt.¡Para tener en cuenta!
• Ir a conocer las ciudades vecinas de Wiesbaden o Mainz, con el S-Bahn no son más de 40 minutos.
• Otra zona muy linda que queda cerca de Frankfurt es la Rheingau, una zona a orillas del río Rin con varias zonas repletas de viñedos y praderas verdes. Se puede visitar la ciudad de Eltville am Rhein o Rüdesheim am Rhein, además de la antigua abadía Kloster Eberbach.

Recuerden que Alemania tiene un sistema de trenes muy efectivo y conectado; en pocas horas uno puede estar de otro lado del país. Más información en la página oficial del Deutsche Bahn: http://www.bahn.de

Cómo viajar a Frankfurt

Frankfurt es el tercer aeropuerto más grandes de Europa en relación a la cantidad de pasajeros que transporta. De esa forma se convirtió en una de las principales entradas al continente europeo y la mayoría de aerolíneas ofrecen vuelos para la ciudad. Desde São Paulo (Brasil) pueden encontrar vuelos directos con Lufthansa y TAM. Desde Buenos Aires (Argentina), con Lufthansa.

Si hablamos de vuelos con escala, van a encontrar de las opciones más variadas (tanto desde Buenos Aires como desde São Paulo): LAN o Iberia ofrecen con escala en Madrid, KLM con escala en Amsterdam, Air France con escala en Paris, Swiss con escala en Zurich, etc.

Como ya comenté en algún otro post, suelo buscar pasajes en el sitio Skyscanner para ver la aerolíneas que vuelan al destino que quiero y así comparo precios y posibilidades. Tres indicadores que uso para definir mis vuelos: el precio, la aerolínea (por el servicio y por el programa de viajero frecuente) y los horarios.

En esta oportunidad viajé a Frankfurt con Lufthansa a la ida y Swiss a la vuelta (escala en Zurich de una hora y media). Ambas pertenecen a Star Alliance así que pude sumar puntos para el programa de viajero frecuente Miles & More de Lufthansa. Las dos aerolíneas ofrecen un buen servicio a bordo, tanto de entretenimiento como de comida. El espacio de los asientos en Economy Class de Swiss es mayor que en Lufthansa.. punto para Swiss!! Quizás la próxima consiga viajar en First Class jaja!

Cómo llegar a Frankfurt desde el aeropuerto (Flughafen)

Para llegar desde el aeropuerto a la ciudad (y viceversa) pueden tomarse el S-Bahn (líneas S8 y S9) que demora cerca de media hora desde la estación central de Frankfurt (Hauptbahnhof). Pueden verificar horarios y frecuencia en este sitio: http://www.rmv.de.

Sino siempre está la posibilidad de un taxi, el trayecto es de casi media hora dependiendo del barrio en el que se encuentren hospedados.

Dónde alojarse en Frankfurt

Siempre que viajé me quedé en casa de conocidos entonces nunca me enfrenté a la situación de tener que buscar un hotel en la ciudad, pero les garantizo que posibilidades no faltan.

Las zonas que más recomiendo para alojarse son:

• En el centro, cerca de la Hauptwache y del Goetheplatz. Van a estar a un paso de todo (la peatonal Zeil, el Römer, el río Main) y la mayoría de hoteles quedan en esa zona.
• En el barrio Westend, si buscan algo más residencial y tranquilo, cerca de la Liebigstraße o el Palmengarten. No hay grandes hoteles pero pueden encontrar departamento o cuarto por Airbnb. El barrio es un encanto, con casas de no más de tres o cuatro pisos medio antiguas que han sido refaccionadas con tan buen gusto y estilo que dan ganas de vivir ahí. Se puede ir caminando al centro (unos 20 minutos) o tomar el U-Bahn/subte que demora unos cinco minutos.

Cualquier otra consulta que tengan, pueden dejar un comentario al final de este post. Voy a seguir publicando algunas otras “postales” de Frankfurt así que les sugiero acompañar el hashtag #frankfurt.

Ponto das Letras

La lista empieza con un café porque son mi debilidad (los que me siguen en Instagram o han leído otros posts de este Blog bien lo sabrán jeje). Ponto das letras es un cafecito escondido en una librería en el centro histórico de Ilhabela (en la zona conocida como vila). Una edificación antigua, de frente al mar y cercana al puerto. Tiene opciones dulces y saladas para acompañar un café, mientras elegimos un libro para leer. Allí desayunamos el primer día que llegamos y aprovechamos para descansar después del viaje en auto. Sin dudas, la combinación librería + café es de mis preferidas.

Dirección/Endereço: Rua Dr. Carvalho, 146 – Centro, Ilhabela

Gelateria Tradizionale

A pocos metros de Ponto das Letras, hay una heladería artesanal inspirada en la tradición italiana del gelato y con algunas adaptaciones a los sabores típicos brasileños. Fuimos en dos oportunidades y el sabor que más me gustó fue el de avelã (en italiano se llama nocciola y es de mis sabores preferidos en el mundo!). Mar y helado van de la mano, ¿no les parece?.

Dirección/Endereço: Rua Dr. Carvalho, 206 – Centro, Ilhabela

Bistrô do Fabiô

Una cena mágica. El lugar es encantador, lleno de detalles, a media luz y la comida realmente riquísima. Es una casa antigua remodelada, con varios ambientes donde uno puede sentarse a comer. Fuimos a cenar la última noche que estuvimos en Ilhabela y fue una hermosa forma de coronar el viaje. Los platos son frescos y llenos de sabor, elaborados con cuidado y harmonía. Los precios son moderados, gastamos menos de R$ 200 para dos personas (abril 2015).

Dirección/Endereço: Av. Pedro de Paula Moraes, 1006 – Perequê, Ilhabela

Restaurante Manjericão

Está ubicado en la vila de Ilhabela, al lado de un pequeño canal. Nos lo recomendó la dueña de la casa donde nos alojamos por Airbnb como una opcíon buena+barata para los padrones de la isla, porque ofrecen un menú ejecutivo a la hora de la cena que ronda los 20 reales (abril 2015). Los platos son bien caseros y la porción abundante. El día que fuimos comimos un pescado súper fresco con una crema de brócoli y arroz, sentados en unas mesas al aire libre que daban a un jardín.

Dirección/Endereço: Av. Força Expedicionária Brasileira, 20 – Barreiro, Ilhabela

En el último feriado de Pascuas decidimos con André viajar y pasar unos días allí. Queríamos mar, verde y tranquilidad e Ilhabela se presentó como la mejor opción. Nunca habíamos ido, pero teníamos excelentes referencias. Fuimos en auto: el viaje duró 3 horas hasta la localidad de São Sebastião para luego tomar un barco por media hora más hasta la isla.

Nos alojamos en un cuarto que alquilamos por Airbnb. En varios de nuestros últimos viajes elegimos esta opción, porque la experiencia de que alguien te abra las puertas de su casa o quedarse en un departamento ajeno que se convierte en tu hogar por algunos días, es sumamente gratificante y enriquecedora, generando un intercambio y sentimiento de pertenencia especial con el lugar. Y entiendo que eso también es parte de viajar.

Ilhabela es verde por donde la mires. Llena de morros y vegetación. Es un destino ideal para los que quieren aguas tranquilas y azules, pero también para los que prefieren aventurarse en la naturaleza, caminar horas y horas por senderos que atraviesan la mata atlântica y desembocan en cascadas naturales. Ilhabela no sólo tiene una amplia superficie costera con playas para todos los gustos, sino que en su territorio existen cachoeiras (cascadas) de agua pura y cristalina donde uno puede bañarse.

El pequeño centro de Ilhabela es muy pintoresco, con un puerto que da al mar que la separa de São Sebastião y varias casitas de colores pasteles. Se puede caminar por sus calles a cualquier hora del día, hay opciones gastronómicas y algunos ateliers con artesanías locales. Varios hoteles y posadas se ubican en esa zona o en las playas cercanas. Si bien, como ya dije, nos alojamos por Airbnb, pude ver que hay posadas con propuestas interesantes, algunas con cierto aire rústico e inmersas en plena mata.

Con André pasamos nuestros días tomando jugos de maracuyá, acostados en el sol, luchando con las picaduras de borrachudos* y jugando en el mar (sí, los dos amamos el mar). Caminamos bastante, dormimos la siesta en la playa y recargamos energías antes de nuestra vuelta a São Paulo. Fueron días de sol y un poco de lluvia (nada mal para la época del año, ya que en marzo/abril llueve bastante), que nos sirvieron para conocer y disfrutar de Ilhabela. ¡Seguramente volveremos pronto!

ALGUNAS RECOMENDACIONES:

*Ilhabela y los borrachudos: Para cualquier paseo que hagan es muy importante usar siempre repelente contra mosquitos (el más fuerte que consigan!), porque Ilhabela tiene una alta conentración de borrachudos: unos pequeños insectos, mezcla entre mosca y mosquito, que pican mucho, dejando marcas que quedan por varios días (más que un aguijón parece que tienen un taladro). Como cualquier picadura, hay que evitar rascarse.

Cómo ir de São Paulo a Ilhabela: Como mencioné en el comienzo del post, son 3 horas de auto desde la ciudad de São Paulo, más media hora de balsa (barco) desde São Sebastião a Ilhabela. Nosotros bajamos por la Rodovia dos Tamoios hasta Caraguatatuba y de ahí directo a São Sebastião.
Si están sin auto, hay ómnibus que salen desde la Terminal Tietê.

Balsa de São Sebastião a Ilhabela: Además de pasajeros, el barco traslada vehículos. Para los autos: si van en época de feriado o de vacaciones y quieren ahorrar tiempo, les sugiero reservar horario con anticipación en la siguiente página web (hay un servicio que se llama “Hora marcada”). Es más caro que el precio que se paga en el momento, pero de esa forma no tienen que pasar HORAS esperando para subir, dependiendo de la cantidad de coches que estén intentando cruzar.

Ilhabela y sus playas: Como nos quedamos cuatros días, sólo pudimos visitar algunas playas de Ilhabela. Las que conocimos y puedo recomendarles son:

• Praia Jabaquara – Es la última de la zona norte a la que puede accederse con auto. Es amplia, muy linda y con poca infraestructura.
• Praia dos Castelhanos – Para llegar hay que atravesar toda la isla porque está ubicada del lado “deshabitado”, contrario al centro, de cara al océano. Van a encontrar por toda Ilhabela oferta de transporte en jeep o camioneta, porque el terreno para llegar no es fácil y muchos autos no consiguen hacer el trayecto (es reserva natural y el camino no es asfaltado). Nosotros lo hicimos en jeep pero no recuerdo cuánto pagamos… La playa es preciosa, cercada de morros verdes y el camino es lindo aunque medio turbulento.
• Praia da Feiticeira – Queda para el lado sur de la isla, es muy linda también pero al menos el día que fuimos estaba bien más concurrida que las otras dos.

Ilhabela y sus cascadas: Una cuenta pendiente. ¡La razón por la que volveremos a Ilhabela! Al lado de la casa donde nos quedamos había una cachoeira y todos los días nos levantábamos con el barullo del agua sobre las rocas, HERMOSO.
Por la cantidad de días que estuvimos, no llegamos a hacer ninguna trilha (camino/recorrido) hasta alguna de las cascadas que están en el interior de la isla, como la Cachoeira dos Três Tombos o la Cachoeira da Laje . Camino a la Praia dos Castelhanos se suele hacer una parada en la Cachoeira do Gato, pero en nuestro caso no la hicimos porque el grupo con el que íbamos en el jeep decidió de forma democrática ir directamente para la playa, porque habíamos salido retrasados del centro y no teníamos mucho tiempo.

Ilhabela gastronómica: Voy a escribir otro post En el post “Sabores de Ilhabela: dónde comer“ van a encontrar algunos hallados gastronómicos de esos días. Pero pueden quedarse tranquilos que hay opciones para todos los gustos y bolsillos.

¿Qué decirles? Cartagena es colores, es realismo mágico a cada esquina, patios encantados y balcones llenos de flores. Es música por sus calles, una costa de mar, sombreros, tazas de café y sol infernal.

El Centro Amurallado resguarda el pasado colonial de la ciudad. Fue fundada en el año 1533 por Don Pedro de Heredia y aún guarda cierto esplendor de aquella época. Casas antiguas de impronta española, algunas calles de adoquines, la torre del reloj, plazas con fuentes e iglesias. Es muy fácil recorrerla, dejarse llevar por sus callecitas angostas de colores con o sin mapa en mano. Al atardecer adquiere una tonalidad cálida salida de un cuento, el andar fluye y los pensamientos también.

“Me bastó dar un paso dentro de la muralla, para verla en toda su grandeza a la luz malva de las seis de la tarde, y no pude reprimir el sentimiento de haber vuelto a nacer”, dijo un día el escritor colombiano Gabriel García Marquez profundamente enamorado de Cartagena.

La mayoría de viajeros que llegan a Cartagena se quedan dentro del Centro Amurallado o en la costa, ya que es allí donde se concentra la infraestructura turística de la ciudad. Locales de artesanías (también hay varios vendedores ambulantes), restaurantes de todo tipo y precio, mercados y otro sinfín de posibilidades para sumar al recorrido. Y qué decir del pueblo colombiano: simpatía y amabilidad pura. En una semana sólo tuve buenas experiencias y aproveché para aprender expresiones y palabras en español que no conocía jeje.

Pero no todo es color de rosa: fuera del casco antiguo nos encontramos con una ciudad de edificios modernos y otros muy desmejorados, tráfico y grandes contrastes sociales. Cartagena no le escapa a las grandes desigualdades que sufren muchas urbes latinoamericana.

Me hubiese gustado quedarme más días recorriendo Cartagena por mi cuenta, sin las obligaciones laborales que me llevaron hasta allí. Por eso pienso en esos días como un primer acercamiento, casi un encantamiento, el tiempo suficiente para convencerme de que tengo que volver.

¡Hasta pronto Cartagena! ¡Hasta pronto Colombia!

Lugares que me llamaron la atención durante mi estadía en Cartagena y algunos datos útiles:

– Caminando un día por el centro histórico me encontré en una esquina con una librería que se llama Abaco. ¡No dejen de visitarla! Además tiene mesas para sentarse a tomar un café. Aquí su sitio web: http://www.abacolibros.com

– A cada paso van a ver casas bellísimas –algunas vueltas hotel boutique– con entradas a patios internos. Intenten pasar, son mágicos. Con un poco de suerte (y otro poco de simpatía) van a dejarlos ingresar.

– Otro clásico de café que van a encontrar por todo Colombia es Juan Valdez. En Cartagena tiene una sucursal frente a una de las plazas (creo que es el Parque de Bolivar). Tanto para tomar allí, como para llevarse unos buenos granos y moler en casa. Más info en la web de la marca: http://www.juanvaldezcafe.com

– Durante la mañana muchas veces parece que el día está nublado. No se dejen engañar.. El sol aparece de un momento a otro y el calor al mediodía puede ser realmente intolerable. La mejor hora para caminar por Cartagena es a la tardecita: los colores se transforman y toda la ciudad gana una tonalidad cálida-rojiza. Salgan también a caminar a la noche, cuando la ciudad está iluminada.

– Hay un bar/café encima de la Muralla que se llama Café del Mar. Lo visité una de las últimas noches con mis compañeros de trabajo durante el atarceder. Vale la pena para tomar una cerveza y admirar la vista: https://www.facebook.com/cafedelmarcartagena

– A-RE-PAS. Pidan arepas (un tipo de “tortillita” típica colombiana) cuando las vean escritas en algún menú. Es bien probable que en el hotel donde se hospeden las sirvan de desayuno.

– Caminen, caminen y caminen, no hay otra forma de conocer Cartagena. Hay varios edificios, cúpulas, balcones, etc., no puedo enumerar todos. Sólo caminando y mirando😉

Pueden encontrar más información sobre Cartagena y Colombia en el sitio oficial del país, Marca Colombia http://www.colombia.co  ¡Es muy completo!

Cómo viajar a Cartagena:

Son varias las aerolíneas que viajan hasta Colombia. En mi caso volé por Avianca (que es la bandera local) haciendo escala previa en Bogotá. Muy recomendable: servicio excelente, en horario, cómodo y con buen entretenimiento a bordo – http://www.avianca.com

En este caso (como viajé por trabajo) no puedo informar sobre valores, pero generalmente suelo usar el sitio de Skyscanner para buscar y comparar: http://www.skyscanner.com

La lluvia amenazaba y nosotros bajamos a caminar. Paraty era realmente pintoresca, con sus adoquines, turistas, calles angostas, banderines al viento, locales de artesanías y ateliers. Sus casas blancas con los marcos de puerta y ventana a color: azul, rojo, verde, amarillo. Indistinto, en composé. Espiaba por las ventanas y encontraba patios antiguos, con sus galerías internas y pisos de colores.

Al poco tiempo de haber llegado la lluvia dejó de ser amenaza y se convirtió en realidad. Nos refugiamos en una librería (muy linda por cierto, con un cafecito en su patio, se llama Livraria das Marés) y cuando paró decidimos continuar la caminata. Al fin y al cabo habíamos ido para recorrer la ciudad y un día lluvioso no nos los iba a impedir.

Cómo explicarles lo que vieron mis ojos… Reflejos, infinitos, quería capturar todos con mi cámara. Colores brillantes que se dejaban ver por el nublado, reflejos y más reflejos. Paraty en reflejos, era Paraty de los reflejos. Ahí recordé algo que nos había dicho el dueño de la casa donde estábamos parando en Itamambuca: “Paraty, la única ciudad donde los cables de la luz eléctrica van por debajo de las calles y el agua circula por arriba”. Nunca tan literal.

Reflejos de cuadras enteras, faroles en destellos, flores, ventanas y puertas dobles. Caminamos por cada calle, por la costa, vimos barquitos y casas majestuosas. La Rua da Lapa fue de las más bonitas. También la Rua do Comercio y la matriz. Había árboles de flores coloradas, escritos y reflejos, siempre reflejos.

Cada lugar se nos presenta de una forma, de eso no hay duda. Y Paraty fue a través de sus reflejos.

Cómo llegar a Paraty / Como chegar a Paraty:

Desde São Paulo: 270 km aproximadamente. Se puede ir en auto o bien en micro con la empresa Viação Reunidas Paulista (según la web, R$46 – abril 2015).

Desde Rio de Janeiro: 250 km aproximadamente. Se puede ir en auto o bien en micro la empresa Viação Costa Verde (según la web, R$55 – abril 2015).

A la noche las luciérnagas. En la calle no hay luz, oscuridad y el tintineo brillante. Silencio, el verde en la sombra.”

Mi cuaderno floreado de tapa dura guarda esas palabras de los días que pasamos con mi novio en Itamambuca el noviembre pasado. Era la segunda vez que visitábamos esa playa de la región norte de Ubatuba (a unas 3 / 4 horas de São Paulo) y no dudo que volveremos a ir.

Itamambuca es verde, mar transparente y tranquilidad. Una playa extensa y morros que contornean. Casas bajas, un mini-mercado y enredaderas con flores.

Vivir en São Paulo me acercó al mar, literal. Hay playas a una hora de distancia (como Guarujá) y otras a unas tres horas (como la región de Ubatuba, donde queda Itamambuca, en el litoral norte). Bellas playas y mata atlántica. Para mí, una novedad: el verde y los morros al lado de la praia son algo a lo que no estoy acostumbrada ya que la costa argentina y la uruguaya (que fueron las que más visité hasta ahora) son bien diferentes. Feliz combinación.

E Itamambuca sin dudas es de mis preferidas. No sólo por sus atardeceres fantasmagóricos, toda ella respira cierto aire mágico. Los colores, la brisa húmeda y caminar por las calles de números. Los jardines de senderos, el mar turquesa y las olas gigantes.

Tiene cierto aire rústico, despreocupado, que consigue hacerme sentir a vontade. A veces siento que no somos nosotros que elegimos a los lugares, son ellos que nos eligen a nosotros.

Los días de noviembre fueron sanadores, recargaron energías y respiraron tranquilidad. Los pies en la arena calentita, sumergirse en las olas y secarse al sol.

¿Qué más se puede pedir?

INFORMACIONES PRÁCTICAS

– Cómo llegar / Como chegar: Praia de Itamambuca es una playa que se ubica en la región de Ubatuba, en el litoral norte del Estado de São Paulo. En auto desde São Paulo son unas 3 / 4 horas, dependiendo la ruta elegida y el tráfico del día. Diariamente salen micros desde la terminal de São Paulo (Rodoviária do Tietê).

– Alojamiento / Pousadas: son pocas las opciones de hotel que hay en Itamambuca, pero son varias los lugareños que alquilan cuartos en sus casas, como si fuesen pequeños hoteles familiares. Es cuestión de buscar y preguntar un poco. Se puede conseguir un cuarto en una casa por unos R$ 125 para dos personas la noche (noviembre 2014), con baño privado y desayuno. Para mí es una opción que vale la pena explorar, porque permite generar otros vínculos y tener otro contacto con el lugar que visitamos y las personas que allí viven.

– Ubatuba y sus playas: Como ya dije, Itamambuca es sólo una de las playas que hay en la región de Ubatuba. Se puede hacer base ahí e ir para otras playas de la zona (inclusive se puede llegar hasta el sur del Estado de Rio de Janeiro y visitar la bella e histórica ciudad de Paraty). Y además, moverse de un lado a otro ya es un viaje en sí: el paisaje es precioso.

Estas son algunas de las playas que conocí y más me gustaron: Praia do Félix, Praia de Puruba y la Praia do Prumirim. Antes de la entrada a esta última playa está la Cachoeira do Prumirim, una cascada de tres caídas en las rocas. Recomiendo tener MUCHO cuidado al bañarse, porque las rocas son resbaladizas y es muy fácil caerse.

Como ya conté en el post anterior (pueden leer sobre los días en Tandil aquí), pasé casi dos semanas este último enero en Tandil como mi familia. Las sierras, los colores, el aire fresco y los caminos de tierra son algunas de las postales que me llevo de mi estadía allí. Y la gastronomía local es otra: Tandil tiene locales muy pintorescos para comer afuera y también para comprar productos regionales. Por eso quería compartir con ustedes algunos de los que más me gustaron, ¡espero que los disfruten!

– Época de quesos

Es uno de los locales más conocidos de Tandil. Antigua posta, que luego pasó a ser almacén, hoy mantiene parte de su estructura original para albergar uno de los restaurantes más encantadores y llamativos de la ciudad, además de contar con un salón de ventas con una gran variedad de quesos, entre otros productos.

A la noche sirven picadas de todos los tamaños con productos de primera línea: quesos varios, jamones, aceitunas, salamín y demás fiambres, acompañados de pan de campo. La decoración es puntillosa y logra generar una atmósfera cálida: luz de vela, piso de madera, un patio con una parra colgante y un aljibe en el medio, latones antiguos, los azulejos, los cucharones de la cocina y carteles metálicos un tanto oxidados. Son varios los ambientes en los que están distribuidas las mesas, cada uno simulando ser un espacio diferente, de otro tiempo. En la entrada funciona un almacén, con estanterías y más estanterías de quesos de todos los colores, frascos de conservas, dulces y más embutidos. ¡Imposible no tentarse!.

Nosotros fuimos a cenar una noche (pedimos una picada riquísima, pero también hay otras opciones!) y volvimos un día por la tarde para comprar algunas cosas para llevar a Buenos Aires. Realmente uno de los lugares más lindos que visitamos durante nuestro viaje a Tandil.

Época de quesos
Dirección: 14 de Julio 604 esq. San Martin – Tandil
Teléfono: (0249) 444-8750 / 444-0267
http://www.epocadequesos.com

– Parador del Complejo Cerro El Centinela

Este restaurant se ubica en el Cerro El Centinela de Tandil, rodeado de árboles y verde. Ofrece una cocina serrana maravillosa, en un ambiente tranquilo y natural que permite disfrutar aún más los platos que sirven. Cuenta con amplias parrillas y un horno a leña donde cocinan carne vacuna, cordero, cerdo y vegetales al plomo. Todo muy sabroso. Y como si fuera poco, una carta de postres irresistible.

Nosotros fuimos a la hora del almuerzo, después de haber caminando un poco por el cerro, conocer la famosa roca y hacer el paseo en aerosilla (en el post Los días en Tandil cuento más sobre el Complejo Cerro El Centinela). Ya no recuerdo el nombre de los platos, pero en nuestra mesa para cinco había desde cordero y una torre de berenjenas con provoleta, hasta bondiola y tira de asado. Quedamos muy felices (y satisfechos!) con nuestras elecciones. Para finalizar el almuerzo pedimos algunos postres (recuerdo que la carta era muy variada), yo elegí una porción de tarta de chocolate blanco con dulce de sauco que fue de-li-cio-sa. Y nos llevamos para casa unas mermeladas caseras  y un chutney que tenían a la venta. Si les gustan este tipo de dulces, no duden en comprar alguno, son riquísimos.

Por sus sabores y el lugar privilegiado donde se encuentra, el Parador del Complejo Cerro El Centinela fue uno de los restaurantes que más disfrutamos en nuestro viaje.

Parador del Complejo Cerro El Centinela
Dirección: Cerro El Centinela – Tandil
Teléfono: (0249) 444-8933
http://cerroelcentinela.com.ar

– Don Rosendo

Es un almacén especializado en alimentos regionales, principalmente salamines y quesos de productores locales. Además van a encontrar mermeladas, alfajores, dulce de leche y conservas, entre otros.

Si bien Tandil tiene varios locales que venden este tipo de artículos, Don Rosendo me cautivó por su oferta variada y de calidad, así como su estética entre vintage y salamines colgando. Todo allí servido, expuesto delante de nuestros ojos, una provocación de sabores y olores. Recibimos una buena atención y asesoramiento por parte de los vendedores, mis padres querían hacer algunas compras para llevar a Buenos Aires y salieron con varias bolsas en sus manos.

Don Rosendo
Dirección: Av. Rivadavia 2 – Tandil
Teléfono: (0249) 444-8591
http://www.donrosendo.com

Post relacionados:
Los días en Tandil

Viajar a Tandil fue una hermosa forma de comenzar el año, de disfrutar en familia y de ordenar algunos pensamientos y sentimientos antes de mi mudanza a São Paulo.  Recuerdo que previamente a empezar el viaje, muchos nos preguntaban: ¿qué van a hacer tantos días en Tandil?. Meses después les puedo responder: en Tandil se puede hacer todo lo que uno se imagine. Se puede respirar, se puede tomar sol, se puede caminar, escribir y se pueden comer unas picadas exquisitas (les sugiero leer un segundo post: Tandil para degustar). Hay almacenes al costado de la ruta, hay piedras sostenidas en las alturas, hay molinos de viento, girasoles y casas antiguas. También se puede leer, pasear, descansar, nadar, saborear y sonreír.

Tan cerca de Buenos Aires y tan distinta (bueno, qué novedad.. como ya conté en este post aquí, no hace falta irse tantos kilómetros para toparse con otras realidades distintas a las porteñas). Tandil es calma, es viento. Lleva otro ritmo. Tandil de enero estaba en sintonía con la Lucía de enero. Y como ya pronto otro enero se acerca, quería compartir con ustedes los días en Tandil pasados.

CÓMO VIAJAR A TANDIL DESDE BUENOS AIRES

En mi caso, a la ida viajé en micro y a la vuelta regresé en auto. El micro salió de la terminal de ómnibus de Retiro en Buenos Aires y me dejó en la terminal de Tandil (viajé con la empresa El Condor – La Estrella, pero hay varias que hacen el recorrido y con múltiples horarios). El viaje duró un poco menos de 6 horas, que me las pasé leyendo y haciendo anotaciones en mi cuaderno de lo que veía por la ventana, como por ejemplo: “Hay mucho campo en la provincia de Buenos Aires. A veces las vacas se ponen todas juntas debajo de unos pocos árboles. Es gracioso, todo un verde vacío y un amontonamiento en la sombra. ¿Cómo la ciudad y las personas?”.

La vuelta en auto es más rápida porque es directa, diferente del ómnibus que suele parar en algún pueblo por el camino. En auto tardamos menos de 5 horas de Tandil a Buenos Aires.

DÓNDE ALOJARSE EN TANDIL

Cuando buscábamos dónde alojarnos, encontramos un montón de opciones de hoteles y cabañas: en el centro, en alguno de los cerros que rodean la ciudad, hoteles más pequeños, cabañas boutique, algunas cadenas hoteleras, etc. En Tandil no faltan opciones de alojamiento, es cuestión de buscar un poco y encontrar lo que más se encuadra a nuestras pretensiones y necesidades.

Nosotros nos quedamos en unas cabañas un poco alejados del centro, pero cerca de la Avenida Don Bosco (que permite un rápido acceso). Como nos íbamos a quedar casi dos semanas, priorizamos tener un espacio propio más grande (comparando cabaña / hotel), verde, pileta para el calor de enero, silencio, la posibilidad de cocinar y estar alejados de la ciudad para conseguir apreciar mejor la vista de las sierras y los alrededores de Tandil. El placer de levantarse a la mañana y sentarse en un deck de madera, con cerros en el horizonte, a la hora del desayuno, no tiene comparación (y encima, en familia ♥).

QUÉ HACER Y QUÉ VER EN TANDIL

Dependiendo del tiempo que disponemos y nuestros gustos personales, les dejo a continuación algunas sugerencias de paseos y lugares que se pueden recorrer y visitar en Tandil.

– Complejo Cerro El Centinela

Es un cerro ubicado a 4 km del centro de Tandil, donde se encuentra una de las formaciones rocosas más llamativas y reconocidas de la ciudad. Además, cuenta con una aerosilla –que ofrece una vista panorámica de la región–, algunos locales de artesanías y productos regionales y un parador con un restaurant, sumamente recomendable.

Fue uno de los paseos que más disfruté, por el entorno verde, la roca gigante que aún hoy no entiendo como sigue en pie, los senderos de tierra y la oferta gastronómica.

– La Piedra Movediza

Es la postal más conocida de Tandil, la famosa y legendaria Piedra Movediza. Era una gran roca que pesaba unas 300 toneladas y se mantenía fluctuando en equilibrio, sobre uno de los cerros que contornean la ciudad. Y digo “era”, ya que cayó hace varios años (fue en 1912, aún pueden verse sus restos al pie de la sierra) y actualmente hay una réplica exacta en su lugar.

Vale la pena subir hasta el tope del cerro por la vista que se tiene, los campos alrededor y la ciudad un poco más alejada.

– Descansar, pensar y caminar

Si se alejan de la ciudad en dirección a las tantas sierras que rodean a Tandil, hay muchos lugares y rutas para caminar, sentarse a leer y llenarse de buenas energías. Solo o en compañía, Tandil se presta para “no hacer nada”, para deambular. Mirar, observar, espiar. Y en mi caso, sacar algunas fotos.

– Dique y Lago del Fuerte

Es un embalse artificial que se encuentra dentro de la ciudad. Tiene espacio para caminar, hacer picnic, andar en bicicleta y disfrutar del aire libre.

En el cerro a su lado se ubica el Monumento de Don Quijote y Sancho Panza, unas esculturas forjadas en hierro en homenaje a estos dos personajes literarios.

– Tandil para degustar 

Si hay algo que ofrece Tandil, es una oferta culinaria regional realmente de excelencia. Almacenes antiguos, fiambres, comida de campo, restaurants en las sierras, dulces caseros. Tandil es una experiencia de sabores. Voy a hacer otro post más detallado con algunas recomendaciones sobre la propuesta gastronómica local. Si quieren saber más sobre la propuesta gastronómica local, les sugiero leer el post Tandil para degustar.

– Parque Independencia / Castillo Morisco

Es un parque ubicado cerca del centro de la ciudad, que ocupa la totalidad de un cerro de 286 metros de altura. En su cima fue construido el Castillo Morisco, una donación de la colectividad española residente de Tandil, en color blanco con detalles en amarillo y azul. Oficia de mirador de la ciudad, ya que desde allí se obtiene una vista panorámica y completa (tanto de día como de noche) con las sierras de fondo.

– Caminar por el centro 

El centro de Tandil tiene varias edificaciones antiguas, naranjos en sus veredas, una plaza central arbolada y algunos aljibes perdidos. Vale la pena recorrer un poco, para conocer cómo es el ritmo de la ciudad y de las personas que viven en ella. El Palacio Municipal es una de las edificaciones más llamativas, con un patio trasero precioso, donde algunas noches hay espectáculos musicales.

– Monte Calvario

Cada estación y sus esculturas reflejan las diferentes situaciones que vivió Jesús en el camino hasta su crucifixión final. Rodeado de árboles de eucaliptos y pinos, es un lugar de peregrinación y el mayor monumento religioso de la ciudad.

OTRAS SUGERENCIAS

– Es recomendable ir con un auto o alquilar uno para poder moverse con libertad y poder conocer todos los atractivos que tiene Tandil. La mayoría no quedan directamente en la ciudad, no hay transporte público hasta ellos y son distantes entre sí.

– En verano hace calor, pero a la noche suele refrescar (viento fríooo). A mí me gustó ir en esa época, era un calor agradable para caminar y para aprovechar la pileta que teníamos en el cabaña; también dicen que primavera es una buena estación para ir. Ya invierno es otro tema.. por lo que charlé con algunas personas, hace mucho frío. Así que si no son amantes de las bajas temperaturas, mejor abstenerse.

Espero pronto poder volver a Tandil. Fue un lugar que me transmitió mucha paz, que me permitió descansar y juntar energías para todos los cambios que se avecinaban. Compartir con mi familia, caminar entre sierras y eucaliptos.

Post relacionados:
Tandil para degustar

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Como hoy por la tarde estoy viajando a Buenos Aires para pasar el fin de semana allá, me pareció un momento oportuno para escribir sobre mi experiencia y recomendaciones a la hora de comprar un pasaje de Buenos Aires a São Paulo (y viceversa) o de forma más general, un pasaje de Argentina a Brasil.

Siempre que algún amigo o conocido va a viajar de un país a otro, recibo alguna consulta sobre este tópico y me pareció una buena idea sociabilizar mi conocimiento(?). Jajaja no sé si podemos hablar de conocimiento, pero en los últimos años (amor a distancia de por medio), Buenos Aires – São Paulo fue mi ruta viajera de cabecera. Y ahora que estoy viviendo en São Paulo sigo atenta a ese trecho pero al revés, São Paulo – Buenos Aires, por causa de mi familia y amigos que viven en tierras porteñas.

Aerolíneas que vuelan de Argentina a Brasil (y viceversa)

Las empresas que yo conozco que vuelan de un país a otro son: Aerolíneas Argentinas, Emirates, GOL, LAN, Qatar Airways, TAM y Turkish Airlines.

Todas tienen vuelos directos de Buenos Aires a São Paulo (salvo Emirates), algunas saliendo desde Ezeiza y otras desde Aeroparque (en Buenos Aires), y en São Paulo siempre llegando a Guarulhos.

También pueden conseguir desde Buenos Aires vuelos directos a Rio de Janerio (con Aerolineas Argentinas, Emirates y TAM), Florianopolis (con GOL), Porto Alegre (con Aerolíneas Argentinas y GOL) y Fortaleza (es un vuelo nuevo de GOL, sale los días sábados). Es posible que existan más y que yo desconozca, comentarios son bienvenidos!

Para el resto de destinos brasileros hay que hacer conexiones (lo mismo si se quiere arribar en São Paulo al aeropuerto de Congonhas, y no a Guarulhos). Lo mejor en esos casos es volar a São Paulo o Rio de Janeiro, que es de donde salen la mayor cantidad de vuelos para dentro de Brasil.

También hay vuelos directos de Brasil a otras ciudades argentinas como Córdoba, pero no tengo información de primera mano al respecto.

Dónde comprar los pasajes y cómo elegir el vuelo

Personalmente cada vez que tengo que comprar un pasaje de Buenos Aires a São Paulo, hago una búsqueda rápida en los sitios webs de las aerolíneas que hacen la ruta. Ingreso a cada uno de ellos, pruebo las fechas en las que quiero/preciso viajar y veo cuál es la mejor oferta para esos días. Contemplo el valor del pasaje, de qué aeropuerto sale y a qué aeropuerto llega, si tiene escala, los horarios y también para qué programa de viajero frecuente voy a poder sumar puntos. Esas son las informaciones que hacen que me incline o no por determinado vuelo.

También busco el mismo pasaje en buscadores como Despegar.com (Decolar.com para Brasil), pero hasta el momento nunca conseguí un mejor precio en buscadores, con respecto al propio sitio web de la aerolínea.

Volar de Buenos Aires a São Paulo (y viceversa)

Esta es la ruta que yo más hice y de la que puedo hablar con propiedad, si es que eso es posible… Como dije al principio, por motivos personales viajé en los últimos años reiteradas veces de una ciudad a otra, por lo que fui acumulando kilómetros de vuelos en diferentes aerolíneas.

Les dejo a continuación una pequeña comparativa para que puedan saber los pro y contra de viajar por una u otra aerolínea, siempre viajando en la clase turista/económica:

Aerolíneas Argentinas
http://www.aerolineas.com.ar

Los más: tiene vuelos desde Aeroparque (que en mi caso, me queda bien más cerca de la casa de mis padres que Ezeiza), los horarios son buenos porque tiene vuelos a primera hora de la mañana y a última hora de la noche.

Los contra: en el último tiempo los precios en comparación con otras empresas están siendo más caros, no tienen entretenimiento a bordo con pantalla para cada pasajero y las veces que volé con Aerolíneas a São Paulo salí con demora. No sé si a acontece el 100% de las veces, pero vale la pena mencionarlo.

GOL
http://www.voegol.com.br

Los más: tiene vuelos desde Aeroparque, se puede salir en São Paulo desde el aeropuerto de Congonhas que es más cerca de la ciudad que Guarulhos pero para eso hay que tomar un vuelo con escala (yo ya hice esa ruta con escala en Porto Alegre o en Florianopolis), los precios suelen ser más económicos que en otras aerolíneas ya que sacan reiteradas promociones de la ruta Buenos Aires – São Paulo, se pueden conseguir buenos precios combinando puntos Smiles (el programa de viajero frecuente de GOL) + dinero.

Los contra: La mayoría de vuelos de São Paulo a Buenos Aires con escala que salen de Congonhas llegan a Ezeiza, la comida que te sirven (un sandwich) es básica tirando a mala y no tienen entretenimiento a bordo con pantalla para cada pasajero.

TAM
http://www.tam.com.br

Los más: tiene vuelos desde Aeroparque, suele tener buenos precios en los vuelos que llegan o salen de Ezeiza, cuentan con varios vuelos diarios y además ofrecen los de LAN ya que están asociados, me gusta leer la revista que reparten a bordo (TAM nas nuvens).

Los contra: difícil conseguir buenas tarifas en épocas de feriados y en los fines de semana, la comida que te sirven (un sandwich) es básica tirando a mala y no tienen entretenimiento a bordo con pantalla para cada pasajero.

Turkish Airlines
http://www.turkishairlines.com

Los más: Al ser un vuelo que en realidad continua para Turquía y sólo hace escala en São Paulo (o al revés, pasa por São Paulo como escala porque su destino final es Buenos Aires viniendo desde Estambul) toda su infraestructura es de un avión más grande que los que realizan vuelos entre destinos sudamericanos de corta distancia, cuentan con entretenimiento a bordo con pantalla para cada pasajero (siii! por el tiempo de vuelo da justo para ver una película), la comida que sirven es literalmente comida (y no un sandwich).

Los contra: sólo sale de / llega a Ezeiza, los horarios son bieeeen tarde (sale tipo 23hs de Buenos Aires y llega a São Paulo casi 3am) y el regreso es similar pero un poco más temprano.

Neutro: los precios varían bastante, a veces hay buenas tarifas, otras veces es caro en comparación al resto.

Las dos que aún no pude experimentar que también vuelan directo Buenos Aires – São  Paulo son LAN y Qatar Airways. Si vuelo por alguna de ellas a corto plazo, las sumaré a la comparación.

Vale aclarar que también se puede viajar de Argentina a Brasil en micros de larga distancia, pero como nunca lo hice, no sé cómo es el servicio.

Espero que les haya sido útil esta información. Todo tipo de comentarios y sugerencias serán bienvenidas. ¡A volar!

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Fue así como el viernes pasado –previa reserva de hotel– nos fuimos en auto con mi novio para Campos do Jordão. Son unas dos horas de viaje, por autopista y ruta, con un tramo final más sinuoso entre cerros.

Nos fuimos a dormir en cuanto llegamos (viajamos el viernes de noche) y el sábado amanecimos con el siguiente panorama: día gris con posibilidad de lluvia a toda hora. No sólo eso, el pronóstico se repetía para el domingo. ¿Quién precisa de lluvia en un viaje corto de dos días? Nadie. Nuestra primera reacción fue pensar que con un poco de suerte no iba a llover (pobres ilusos) y la segunda fue tener la determinación de que íbamos a aprovechar nuestro tiempo más allá del clima. ¡Y así fue! Con lluvia intermitente, algunos rayos de sol y neblina, les paso a relatar cómo se puede aprovechar un fin de semana en Campos do Jordão, aunque las condicionas meteorológicas no colaboren.

Un poco de Campos do Jordão

Es una localidad ubicada a 1.628 metros de altura en la Sierra de la Mantiqueira, en el estado de São Paulo. Como ya dije, desde la ciudad de São Paulo son aproximadamente dos horas de viaje en auto y también se puede viajar en ómnibus saliendo desde la Rodoviária – Terminal Tietê.

Campos do Jordão es reconocida por el estilo centroeuropeo de su arquitectura (principalmente en el centro, Vila Capivari) y generalmente recibe una gran cantidad de turistas entre julio y agosto, que llegan en busca del frío de la zona (sí, leyeron bien: es un destino turístico de invierno brasilero). Por eso, no se sorprendan si al caminar por la ciudad encuentran tiendas de ropa de abrigo y personas caminando con botas de cuero y tapados de piel (mismo siendo septiembre). A su vez, se suele escuchar que es una localidad elegida principalmente por la clase paulistana más pudiente, por lo que van a encontrar hoteles muy lujosos, restaurants exclusivos, autos de alta gama, etc.

Al estar en una sierra, hay subidas y bajadas permanentes, así como diversas áreas verdes y de bosques. El paisaje es realmente bonito y hay múltiples puntos desde donde se tiene una vista panorámica de la ciudad y de su entorno.

Caminando por Vila Capivari

Por momentos con un poco de sol, por momentos bajo un paraguas, las callecitas de Vila Capivari (el centro principal de Campos do Jordão) nos recordaron a algunos pueblos de Alemania, con las casas de estilo tudor, la madera y las ventanas con macetas. Realmente pintoresco –y aunque sean pocas cuadras– uno comienza a dudar de si aún continua paseando por Brasil (o al menos, el Brasil que yo conozco). Además de las casitas, hay algunos pasajes estrechos y una pequeña torre (subiendo las escaleras al primer piso, se puede tener una linda vista. Lamentablemente no está habilitada para llegar a la cúpula). Lo mejor es caminar e ir descubriendo las diferentes edificaciones que hay en el centro.

En Vila Capivari también se encuentra la mayor concentración de restaurants y negocios (de ropa, de chocolate artesanal, etc). Guiándonos por el pseudo-encanto-de-pueblo-alemán, uno de los días almorzamos en uno que se llama Fräulein Bierhaus. Es uno de los pocos que cuenta con opciones de platos alemanes típicos, además de una carta con más de 50 cervezas diferentes (el otro más conocido es Baden-Baden, una cervecería clásica de la zona). También van a encontrar casas especializadas en fondues (de queso, de chocolate) y varios restos de estilo italiano, con opciones de masas caseras.

El teleférico y el Morro do Elefante

Caían algunas gotas pero igual decidimos hacer uno de los paseos más tradicionales de Campos do Jordão: subir en teleférico hasta el Morro do Elefante. Las nubes grises no nos asustaron y emprendimos el recorrido para poder apreciar la vista desde las alturas. Bueno, al menos eso intentamos… En cuanto llegamos a la cima, las gotas se convirtieron en una fuerte tormenta que cubrieron la ciudad y la vista fue prácticamente nula: sólo se veían nubes, parte de la cadena de sierras y algunas casitas. Quedamos varados en el parador que hay allí por una hora, junto a otros aventureros que habían subido a pesar de la amenaza de lluvia. Se escuchaban risas y suposiciones de cuánto tiempo era prudente esperar antes de intentar bajar y si era viable ponerse bolsas en las cabezas para no mojarse. Con mi novio nos la pasamos armando suposiciones de cómo sería ese paisaje un día despejado y viendo como las nubes grises iban de un lado a otro. No tengo dudas de que es un paseo que se aprovecha mejor con sol, pero si llueve no se desanimen y háganlo igual, puede ser divertido.

Sans Souci Café en la tienda Maison Genève

El café, ritual de tarde que se repite en cada ciudad o lugar que visito (mi novio es adepto también). En Campos do Jordão nos encontramos con un buen hallazgo: el Sans Souci Café. Ocupa parte del local tradicional de camisas Maison Genève, con un mostrador y unas mesas en el interior del local y otras en la entrada-jardín (que lógicamente no pudimos utilizar por la lluvia). Una pizarra verde muestra las opciones de café y hay varios carteles metálicos colgados, además de un reloj antiguo, decorando la sala. Las chicas que trabajan allí fueron sumamente atentas con nosotros y tanto el café como las tortas con las que lo acompañamos, de una calidad sobresaliente. Así que una pausa en el Sans Souci Café es una gran opción para hacerle frente a la lluvia (o descansar un poco, después de un día de sol).

Sans Souci Café
http://www.geneve.com.br/sans-souci-cafe
Endereço / Dirección: Avenida Doutor Januário Miraglia, 3260 – Campos do Jordão

El Pico de Itapeva bajo la niebla

Como el Morro do Elefante no había sido suficiente, decidimos también incursionar en el Pico de Itapeva, uno de los puntos más próximos para tener una vista panorámica de Campos do Jordão y las inmediaciones. Cuando nos subimos al auto para emprender los pocos kilómetros que nos separaban del pico, caían sólo algunas gotas de lluvia. Empezamos a subir el camino y poco a poco fuimos percibiendo que había cierta neblina en la ruta. A cada metro que avanzábamos, la neblina se iba volviendo más y más densa. Y apareció la lluvia, claro. Llegamos al Pico de Itapeva y no se podía ver nada (y cuando digo nada, es NADA). Sólo nubes, nubes bajas cubriéndolo todo. Nos empezamos a reír y decidimos fantasear con cómo sería la vista desde allí y pensar que lo nuestro había sido sólo una excursión entre nubes para poder rellenar el paisaje con la imaginación. De tanto en tanto, alguna silueta de un árbol o el agua de un supuesto lago se nos aparecían. Paseo fantasmagórico.

Y así, en resumidas cuentas, pasamos nuestro fin de semana en Campos do Jordão (podemos sumarle alguna otra comida, unos capítulos de The Killing en Netflix y un chapuzón en la pileta climatizada del hotel). Siempre, poniéndole sonrisas a la lluvia.

¿Alguna vez les pasó de viajar por pocos días y que los espere sólo lluvia?

Otros paseos para hacer en Campos do Jordão y que nosotros no pudimos realizar:

• Visitar el Horto Florestal, una reserva natural con muchos senderos para caminar y bosques de araucarias
• Hacer el paseo de bondinho desde Campos do Jordão hasta la localidad de Santo Antônio do Pinhal
• Conocer las formaciones rocosas del Complexo do Baú

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– Pueden leer aquí más posts sobre mis estadías pasadas en Belém

Pasé este último fin de semana allí; fueron dos días para volver a disfrutar parte de lo que la ciudad ofrece. A continuación un intento de listado sobre qué hacer y qué ver en Belém do Pará, retazos de esta localidad nórdica de Brasil:

– Mercado Ver-o-Peso

Es uno de los mercados más grandes y reconocidos de Brasil. Olores, frutas exóticas, colores y sabores regionales. Vale la pena ir temprano por la mañana para poder ver cómo va cambiando el trajín diario. Sin duda, uno de los lugares que más me gusta de Belém do Pará. Pueden leer un post completo del Mercado Ver-o-Peso aquí.

Boulevard Castilhos França, s/n – Belém do Pará

– Los azulejos portugueses y la cidade velha

No conozco Portugal pero tengo fascinación por los azulejos típicos de su arquitectura. La primera vez que visité Belém do Pará me quedé fascinada ante la cantidad de edificios que había cubiertos con esos materiales. Y claro, herencia de la colonización portuguesa. Las formas, los garabatos, su parecido-diferente, hay algo de ellos que me atrae. La mayor concentración la van a encontrar en lo que se conoce como cidade velha (la ciudad antigua), es cuestión de caminar e ir atentos, siempre van a vislumbrar alguno.

– Estação das Docas

Fue creada a partir de la restauración del antiguo puerto de Belém. Como ocurrió en otras grandes ciudades (sin ir más lejos Buenos Aires y Puerto Madero), la vieja estructura portuaria fue revitalizada para posicionarse como espacio público y de esparcimiento para locales y turistas. Cuenta con un paseo al lado del río, además de negocios, una pequeña feria de artesanías, restaurants, un cine, etc. Es un lindo lugar para conocer tanto de día, como de noche.

Avenida Boulevard Castilho, s/n – Belém do Pará

– Mangal das Garças

Es una reserva ecológica ubicada cerca del centro histórico; un lindo lugar para pasear durante el día, caminar por los senderos, observar a los guarás (unos pájaros rojos brillantes hermosísimos!), sentarse en el mirante que hay a orillas del río, subir al faro o almorzar en el restaurant. Pueden leer un post completo del Mangal das Garças aquí.

Passagem Carneiro da Rocha, s/n – Belém do Pará

– Gastronomía paraense

La combinación de sabores, los ingredientes autóctonos y la influencia indígena, hacen de la cocina paraense algo único y exótico. Actualmente se encuentra bajo la lupa de chefs y paladares exigentes, que buscan aprender sus secretos. Para mí, desde la primera vez que pisé Belém, siempre fue un descubrimiento. Algunos de los platos y alimentos más tradicionales:

• Pato no tucupi: la carne de pato es cocinada en un caldo de tucupi (un preparado a base de mandioca), junto a hojas de jambú. Existen versiones con pollo en vez de pato.
• Jambú: son unas hojas típicas de la región, que son usadas en una gran cantidad de platos locales. Tienen la característica de adormecer un poco la boca al ser comidas.
• Tacacá: sopa con jambú, tucupi, camarones y demás condimentos. Se sirve en pequeños tarros, que son llevados directamente a la boca para tomar la sopa.
• Maniçoba: se la conoce como la feijoada paraense. Para su preparación se utilizan hojas de maniva/mandioca, que tienen que ser cocinadas durante varios días para quitarles sus propiedades venenosas. Luego se cocinan junto a pedazos de carne de vaca y cerdo, cebolla, pimienta y se la acompaña con arroz, porotos y farofa (harina de mandioca).
• Vatapá: es un preparado hecho a base de leche de coco, trigo, aceite de dendê, cebolla, cheiro verde y camarones. Se lo acompaña generalmente con arroz blanco. Este plato es típico también del estado de Bahia.

Les recomiendo aprovechar la calidad y variedad de frutas que hay en la zona. Además de las que se pueden encontrar en casi todo Brasil (maracuyá, mango, caqui, guayaba), es un buen momento para experimentar algunas más regionales, como açaí, cupuaçu, bacuri, graviola, taperebá, muruci, etc.

– Un atardecer en el Fuerte do Castelo

Hay un antiguo fuerte al lado del río, al que se puede subir para tener una linda vista costera de Belém.  El mejor horario para ir es al atardecer, cerca de las 17 hs, ya que hace menos calor, el sol no pega tan fuerte y los colores tienen tonalidades mágicas. Una vez allí, se puede aprovechar para conocer un edificio histórico que queda al lado: la Casa das Onze Janelas, desde donde también se tiene una buena vista de la Bahía de Guajará.

Praça Dom Frei Henrique Caetano Brandão, s/n – Belém do Pará

– Museu Paraense Emílio Goeldi

Es uno de los centros de investigación más antiguos sobre la región amazónica. Cuenta con un hermoso parque botánico, repleto de vegetación autóctona y algunos animales. Es un buen paseo para hacer durante el día, antes de que llueva, y caminar por los senderos bordeados de árboles altísimos, con enredaderas y hojas verdes gigantes.

Av. Magalhães Barata, 376 – Belém do Pará

– Comer açaí

Quizás alguno haya escuchado hablar de este fruto o lo haya probado en alguna playa brasilera. El açaí es un preparado denso, con un sabor bien particular, no sabría con qué compararlo. Belém es açaí, es parte de la alimentación básica de los paraenses: lo comen solo, con azúcar o con tapioca; a la mañana, de tarde, a la noche. Lo van a encontrar a la venta por todos lados, no pierdan la oportunidad de experimentarlo en su localidad original (Pará y Amazonas son los principales estados productores).

– Praça da República y su feria de domingo

Es una de las plazas históricas de Belém. Todos los domingos por la mañana hay una gran feria, con puestos de artesanías, comidas y otros artículos. Desde aros y colgantes hechos con semillas de la región, hasta esculturas, jarrones e instrumentos musicales. Entremezclados, aparecen otros puestos con ropa, anteojos y juguetes no artesanales. Aprovechen para comprar bombons do Pará: unos dulces típicos a base de alguna de las frutas de la región –cupuaçu, bacuri y castanhas do pará– bañados en chocolate. En la plaza también está el Teatro da Paz, de un estilo arquitectónico neoclásico, que fue construido en los años de esplendor de la ciudad, asociados a la explotación del caucho.

Praça da República, s/n – Belém do Pará

– Helado, helado 

Belém tiene dos heladerías que no deberían ser pasadas por alto en una visita por la ciudad: Cairu y Ice Bode. Además de tener helados (sorvetes, en portugués) de una buena calidad, tiene sabores que son difíciles de encontrar en otros lugares: taperebá, açaí con tapioca, cupuaçu, graviola, entre otros. Pueden encontrar locales de ambas heladerías por casi todos los barrios de Belém (Cairu tiene una en la Estação das Docas, por ejemplo), es sólo buscar una sucursal en sus respectivos sitios webs.

Cairu – https://www.facebook.com/Sorveteriacairuoficial
Ice Bode – http://www.icebode.com.br

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Después de los días en Belém (pueden leer un post sobre el Mercado Ver-o-Peso y otro del Mangal das Garças), pasé con mi novio cuatro días en Marajó, haciendo base en Salvaterra, uno de los poblados más grandes de la isla.

Dado que no es el destino brasilero más usual, les dejo a continuación una mini guía de viaje. ¡Espero que les sea útil!

CÓMO IR DE BELÉM A LA ILHA DO MARAJÓ

Para los que viajan sin auto (como fue nuestro caso), la mejor opción es tomar un barco que sale desde la terminal ubicada en la zona portuaria de Belém y que va hasta el puerto de Camará, en Marajó. El viaje dura tres horas y media y el valor es de 20 reales (nosotros viajamos por la empresa Arapari Navegação). La travesía es bastante movida y si suelen tener náuseas, les recomiendo estar preparados. Al llegar al puerto de Camará encontrarán diferentes vans que tienen como destino los principales poblados de la isla: Salvaterra y Soure. El precio del viaje desde el puerto de Camará a Salvaterra es de 6 reales (son 25 km aproximadamente). Las vans sólo están en los horarios de llegada de barcos, así que al arribar no se demoren en buscar transporte.

Arapari Navegação: (91) 3242-1870 / 3212-0785 / 3222-8335 / 3242-1570
Terminal Hidroviário de Belém
Av. Marechal Hermes, s/n, Armazém 10 da Companhia das Docas, Belém
Horarios:
Belém-Porto Camará: de lunes a sábado 6:30 y 14:30 hs, domingo 10 hs.
Porto Camará-Belém: de lunes a sábado 6:30 y 15 hs, domingo 15 hs.

Para los que van en auto, existe una “balsa” (es un barco que transporta autos, la empresa es Henvil Navegação) que sale desde la localidad de Icoaroaci y demora 3 horas. El precio por vehículo es de 90 reales + 15 reales por persona.

Henvil Navegação: (91) 3249-3400 / 3246-7472 (se compran los pasajes en el subsuelo de la terminal de micros / “terminal rodoviário” y recomiendan hacerlo con anticipación porque la disponibilidad es acotada. De hecho, nosotros viajamos sin auto por no conseguir lugar para transportarlo).

DÓNDE DORMIR: ¿SALVATERRA O SOURE?

Antes de viajar investigamos en blogs, páginas webs y guías de viaje. ¡Todos recomendaban algo diferente! Que Salvaterra es más chica pero la playa más accesible, que Soure tiene más opciones y mejor infraestructura, etc., etc. Finalmente nos decidimos por una posada en Salvaterra que nos conquistó por su ubicación privilegiada: de frente a la bahía de Marajó.

Nos alojamos cuatro noches en la Pousada Bosque dos Aruãs y no nos arrepentimos. ¡Es muy recomendable! Su dueño, el señor Jurandir, fue muy amable, al igual que el resto de mujeres que atendían el restaurant de la posada. El espacio verde para descansar, la vista privilegiada a la bahía y el sonido del agua rompiendo en las rocas para dormir, hicieron de la estadía una experiencia hermosa y renovadora para comenzar este nuevo año. La habitación para dos personas tiene un valor de 90 reales y los precios del restaurant son accesibles: los platos son ricos y rondan los 30 reales (en nuestro caso, cenamos todas las noches allí compartiendo un plato para los dos).

CUÁNDO VIAJAR A LA ILHA DO MARAJÓ

Se recomienda hacerlo fuera de la época de lluvias que va desde enero hasta junio. Nosotros fuimos ahora a principios de enero (del 2 al 6 de enero) y prácticamente no llovió y pudimos disfrutar de los paseos y las playas. Según los lugareños la época de lluvias comienza más fuertemente a mediados/fines de enero.

SALVATERRA es un poblado pequeño, con calles de tierra y cemento. Se puede caminar con tranquilidad, sentarse en los bancos de plaza o cerca del río. Hay muchos árboles frutales: mangos, açaí, caju, entre otros. Para mí, que vengo de Buenos Aires y los edificios, es una maravilla ver un cajueiro repleto de frutos anaranjados. Las personas andan en bicicletas y duermen la siesta por la tarde, prácticamente no hay negocios.

Para llegar a SOURE basta tomar un barco y cruzar el río. La travesía dura menos de 10 minutos y tiene un valor de 3 reales. Soure es un poco más grande que Salvaterra pero sigue siendo muy tranquila. Nosotros aprovechamos un día para ir a una de las playas que quedan en Soure y recorrer el pueblo.

MARAJÓ Y SUS PLAYAS

Marajó cuenta con varias playas, tanto cerca de Salvaterra como en las inmediaciones de Soure. La infraestructura es rústica como en toda la isla y hay que tener cuidado al bañarse con las arraias (mantas rayas); es recomendable preguntarle a algún lugareño qué zonas es mejor evitar. Algunas de las playas son:

– La Praia Grande en Salvaterra fue la que más visitamos porque se podía ir caminando desde nuestra posada. Es amplia y uno se puede bañar bien. La única contra fue que la encontramos un poco sucia, por las corrientes de agua que traían y llevaban.

– Para la Praia de Joanes tuvimos que un día tomar un taxi y arreglar con él un horario para que nos busque. No es tan amplia como la de Salvaterra, pero el agua es buena para bañarse.

– En cuanto a la Praia do Pesqueiro, una vez en Soure se puede tomar un taxi o bien hay unas combis que se encuentran frente al mercado que hacen continuamente el trayecto hasta la playa (generalmente son usadas únicamente por locales, pero es cuestión de preguntar). Es sumamente amplia y dependiendo el horario en la que se la visita, por la marea, el agua puede quedar un poco lejos de la costa.

VISITAS A LAS FAZENDAS

Otro atractivo de Marajó, son sus estancias (fazendas). Allí ofrecen excursiones, hospedaje y se pueden conocer a los protagonistas de la isla: los búfalos. Van a encontrar por toda la isla especialidades con carne y queso de búfalo. Nosotros no hicimos esta visita pero las más conocidas son la Fazenda Bom Jesús y Fazenda São Jerônimo.

Todos los valores son de enero 2014

Así pasé una gran parte del último día del año del 2013. Sentada, escuchando el movimiento del río, al lado de André, mi novio, con un viento fresco que nos hacía olvidar del sol y el calor pegote de Belém. A los dos nos encanta ese lugar. Cada vez que vamos se nos hace bastante difícil abandonar la quietud que transmite. ¿Qué lugar mejor (y con qué compañía..) para pasar la última tarde del año?.

El mirante do rio tiene una estructura rústica, hecha con tablones de madera y vigas anchas. Su techo de paja trenzada no deja pasar el calor sofocante. Sólo corre una brisa refrescante, renovadora. A los costados, el mangal; con sus plantas acuáticas altas, de hojas anchas y grandes, bien verdes. El sol brilla sobre ellas dándoles diversos tonos. Se escucha el canto de los pájaros y el agua tintinea con la luz. Cada tanto alguna embarcación atraviesa y el río replica sus ondas hasta la costa. Se vislumbran siluetas de edificios a lo lejos, junto a las cúpulas de alguna que otra iglesia.

Así se disfruta la tarde en aquel mirador de río del Mangal das Garças.

Se fue el 2013. Año de muchas alegrías, muchas. Cambios, vivencias, más amor, pasajes. Bienvenido 2014, estoy expectante, sos un año feliz.

Mangal das Garças
http://www.mangalpa.com.br
Dónde:
Passagem Carneiro da Rocha, s/n.
Cidade Velha, Belém – Pará, Brasil
Cuándo:
Martes a Domingo de 9 a 18 hs

Más sobre el Magal das Garças:

– El predio es una reserva ecológica cerca del centro histórico de Belém do Pará. Fue revitalizado e inaugurado en el año 2005. La entrada es gratuita (sólo se paga estacionamiento, fraccionado por horas de estadía).

– Cuenta con un restaurant que se llama “Majar das garças”. La comida es muy rica, de ambientación rústica y con una vista privilegiada sobre el río. El precio no es económico: ronda los 70 reales por persona, entre el valor fijo del rodizio, el cubierto y la bebida que se elija (precio diciembre 2013).

– Se puede caminar por varios senderos y bordear las lagunas que hay. Allí viven una gran cantidad de garzas y también otro pájaro llamado guará, que es de tonalidad rojiza y con un pico curvo bastante raro. En esta visita que hice también pude encontrar por los caminos varias iguanas sueltas. El Mangal cuenta además con un “Borboletário” (es un lugar lleno de mariposas).

– Además, en el predio se ubica el faro de Belém. Sólo subí una vez allí (en enero de 2012). Vale la pena hacerlo porque se tiene una vista panorámica y costera de la ciudad.

– Existen otras actividades culturales variadas en un espacio conocido como “Armazém do tempo”. Por el predio se pueden ver dispersos diferentes objetos que forman parte del “Memorial Amazônico da Navegação” (partes de navíos, etc).

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Es uno de los más antiguos del país y está ubicado en los márgenes de la bahía de Guajará, cercano a la terminal fluvial de la ciudad. Por su ubicación geográfica, Belém siempre fue un puerto de suma importancia ya que conecta el interior de Brasil con el Océano Atlántico, a la altura del Amazonas. De ahí también, el tamaño y relevancia del Ver-o-Peso (es considerado uno de los mayores mercados abiertos de América Latina).

Como ya conté en algunos posts anteriores (pueden leerlos aquí), me encanta visitar mercados. Siento que son parte viva y enigmática de toda ciudad. Y estando de vuelta en Belém, no podía perder la oportunidad de ir al Ver-o-Peso.

La primera vez que pisé este mercado fue en enero de 2012. Me pareció extraordinario. Los colores, la cantidad de personas yendo y viniendo, frutas nunca antes vistas (cupuaçu, bacuri, muruci, etc.), semillas de tamaños diversos y camarones infinitos. Parecía una jungla de olores y comidas. Carritos, bolsas, açaí, vendedores gritando, cajas de madera y basura en el suelo. Y esa estructura metálica azul clara, tan distintiva. Todo junto allí, latiendo.

Esta foto es de Enero de 2012. Ahora están pintando y arreglando la estructura del Mercado Ver-o-Peso.

Aquí se ve bien la estructura del Mercado, donde se ubica la venta de pescado. La foto es de enero de 2012, ya que actualmente están arreglando la fachada.

Y esta vez no fue muy diferente: bolsas de harina de tapioca, castañas de pará y también de cajú, cajas con bananas y numerosos pescados. Todos los productos regionales paraenses pueden encontrarse en los locales del Ver-o-Peso, sólo es cuestión de buscar. Botellas con caldo de tucupí y un sinfín de frascos de hierbas aromáticas y medicinales que juran atraer el amor de tu vida, dinero, felicidad y tantas otras cosas.

Es interesante observar el movimiento de personas, los intercambios que realizan. Vendedores dialogando entre ellos, algunos pescadores secando ropas al sol y otros cargando y descargando bolsas y más bolsas con productos. Hay hombres tomando café de parados en alguna de las barracas que hay en el mercado, otros descansan acostados en sillas-hechas-cama. A veces presiento que los mercados son un mundo dentro del mundo, muestras de la ciudad donde se ubican.

Olores e instantáneas colman el Ver-o-Peso mutante. Imposible querer capturar todo lo que sucede, en palabras o imágenes. Los ruidos, el ir y venir, la gente. No todo es “fotografiable”. Ni siquiera en el recuerdo, con nuestros sentidos bien despiertos.

El mercado del Ver-o-Peso es un acontecimiento cuasi indescriptible. Hay que recorrerlo.

Mercado Ver-o-Peso
Endereço / Dirección: Boulevard Castilhos França
Belém – Pará, Brasil
De Lunes a Sábados 7:30 a 17 hs. Domingos hasta 13 hs

Otras sugerencias:

– Recomiendo ir bien temprano al mercado (antes de las 10 hs sin falta!), es cuando hay más movimiento. Ya cerca del mediodía se empiezan a vaciar algunos puestos. Para ver la llegada de los barcos con la pesca, hay que ir aún más temprano; desconozco el horario exacto.

– Al ser un mercado de mucho movimiento y en pleno centro de la ciudad (está en el barrio llamado cidade velha), es necesario tener extrema atención con las pertenencias. Las veces que fui pude sacar fotos con mi cámara réflex sin problema, pero siempre prestando mucha atención y guardándola en mi cartera para evitar hurtos.

– Ojo con los precios! No siempre son más económicos y muchas veces es preciso negociarlos.

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Sus lluvias constantes, la humedad, los árboles de mango y las edificaciones antiguas. Son varias las postales que voy juntando de esta ciudad visita a visita.

Me voy a quedar hasta el día 7 de enero y en el medio haré con mi novio una escala de cuatro días en la Ilha do Marajó. Ya irán leyendo algunas crónicas en el blog… A continuación algunos de los posts escritos en esos días:

– El Mangal das Garças y su mirador de río
– Mercado Ver-o-Peso
– Viajar a la Ilha do Marajó

¡Más recomendaciones son bienvenidas!

De postales urbanas, el nombre no es casual… Yo amo las ciudades grandes! Me encantan, me intrigan, me fascinan. Me atrapan, me deslumbran, me desbordan. Mismo conté en este post que estoy escribiendo mi tesina de grado sobre un tema relacionado a Buenos Aires y sus representaciones.

La mayor parte de mi vida la transité en una megalópolis como es Buenos Aires: muchedumbre, diversidad cultural, tránsito, arte urbano, amontonamiento, edificios, gente, negocios, luz de noche, cafés, movimiento, ruido, jacarandá y calles angostas. Mutación constante.

Pasé una temporada de casi seis meses en São Paulo (qué decirles…) y otra más corta en Frankfurt. Sólo una vez viví fuera de la ciudad, fue en el 2006; pasé un año en Langenhain, un dorf (pueblo) en la región de Hessen, Alemania. Todavía recuerdo el desconcierto que sentí los primeros días, entre el alemán, mi tarea de niñera (fue un intercambio de Au Pair) y ese pueblo minúsculo para mis medidas porteñas. Bosque a la redonda, saludar a los vecinos y el ómnibus que sólo pasaba de lunes a sábado por la tarde. No había negocios (sólo una panadería y un minimercado), no había cine pero sí mucho verde y casas preciosas. Langenhain era así, una no-ciudad. Y para mí, una experiencia inolvidable.

Hace algunos meses, con São Paulo en el horizonte – Mayo 2013

Frankfurt vista – Enero 2008

Así eran los senderos alrededor de Langenhain – Septiembre 2006

Mi ventana en Langenhain – Noviembre 2006

Durante los últimos meses en Brasil, fuimos un día con mi novio a un pueblo que queda en el interior del estado de São Paulo. Amparo, así se llamaba el pueblo. Siempre quise escribir un post para este blog que se llamase “Amparo en el interior de São Paulo”, jugando con el nombre del lugar y para describir la sensación que sentí aquella tarde de junio: amparo. Frente a todo el aturdimiento y locura de São Paulo, esa tarde me sentí amparada por las callecitas de adoquines, entre edificaciones de impronta portuguesa y el sol del pseudo-invierno brasilero en un cielo celeste pleno. Amparo parecía salido de un cuento y nosotros habíamos llegado casi por casualidad (mi novio tenía una competencia de judo ahí). Era diferente al resto de sitios que conocía. De otro tiempo, de otro ritmo. Volví encantada. Recuerdo el viaje de vuelta, charlando con mi novio sobre cómo sería vivir en un lugar así… dar vuelta el tablero (el tablero urbano)  y cambiar de aire, de lógica. Ese día terminé convenciéndome de que lo mismo que me gustaba de Amparo, de vivir fuera de una gran ciudad, a la larga me iba a agobiar: el no-ruido, las no-millones-de-personas, la no-locura-urbana, la no-agitación-diaria.

Así es Amparo.. – Junio 2013

Amparo tenía faroles – Junio 2013

Y calles con adoquines – Junio 2013

Casas con azulejos portugueses – Junio 2013

Espero volver.. – Junio 2013

Y ahora esa misma sensación… La semana pasada estuve una tarde en Lobos y otra en San Andrés de Giles, ambos pueblos de la provincia de Buenos Aires. Calles desiertas, plazas encantadas, árboles de tilo y la amabilidad de las personas. El aire corría, tranquilo, y en la ruta había perfume a eucalipto. Los negocios cerrados al mediodía y abuelos sentados en bancos charlando a la sombra. Todo respondía a otro tiempo, distinto del mío en Buenos Aires. Y sólo estábamos a pocos kilómetros, a algunas horas de distancia. Otro ritmo, otra lógica interna a la que no estoy habituada.

Lobos – Diciembre 2013

San Andres de Giles – Diciembe 2013

Me fui con la sensación de que ellos, los no-atrapados-por-la-gran-ciudad, eran más felices que yo. Que de alguna forma la vida –al menos en Buenos Aires– está tomando un rumbo desesperado del que a veces siento ganas de huir, pero del que al mismo tiempo no puedo imaginarme fuera. Sigo con esa incertidumbre, esa ambigüedad, de pensar si sería o no capaz, si sería o no feliz, viviendo en un lugar que no fuera una metrópoli. ¿Tan percutida, tan modelada a la ciudad estoy?. ¿Tan amalgamada, tan dependiente que no me siento capaz de salir fuera de su lógica cada vez más vertiginosa y absurda?. No lo sé. Y en todo caso, ¿podrá esa ciudad que tanto amo parar por un segundo y recalcular su camino, su ritmo?. Tampoco lo sé.

Esta foto acompañó un ensayo que escribí sobre Buenos Aires para la facultad que se llamaba “Enmarcada” – Noviembre 2007

DATOS ÚTILES – CÓMO LLEGAR

A Langenhain (desde Frankfurt, Alemania) – 28 km aprox.:
Desde la estación central de Frankfurt (Alemania) se puede viajar con el S-Bahn 2, en dirección Niedernhausen (son unos 20 Minutos) hasta la estación Hofheim am Taunus. Allí tomar en la terminal principal el Bus 403 hasta Langenhain (10 Minutos). Horarios en: http://www.rmv.de

A Amparo (desde São Paulo, Brasil) – 143 km aprox.:
Yo fui en auto pero esta empresa hace el trayecto São Paulo-Amparo en ómnibus: http://www.institucional.fenixfacil.com.br

A Lobos (desde Buenos Aires, Argentina) – 105 km aprox.:
Desde Buenos Aires hay un servicio de combis (http://www.lobosbus.com.ar) que sale de Callao y Mitre. Sale $80 (precio diciembre 2013) y demora casi 3 horas.

A San Andrés de Giles (desde Buenos Aires, Argentina) – 110 km aprox.:
Desde Buenos Aires la empresa La estrella hace el trayecto en micro desde la estación de Retiro. Demora tres horas y sale $58 (precio diciembre 2013). Otra opción es ir hasta Luján con el colectivo rápido 57 ($16,50) y de ahí tomar un colectivo de línea que llegue a San Andrés de Giles ($4,30).

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Morro de São Paulo fue fundada en el año 1535 por portugueses y al igual que el resto de la Ilha de Tinharé, desempeñaba un lugar estratégico en la protección y comunicación por estar tan cerca de la costa de Salvador (algunas postales de la ciudad aquí), que en esos años ocupaba el centro neurálgico de la entonces colonia. Es por eso que a pesar de ser un pequeño poblado, cuenta aún hoy con monumentos históricos relevantes de la época colonial (como lo son el fuerte, el arco de entrada, fuentes de agua). Lamentablemente muchos de ellos no fueron bien preservados y notase un claro deterioro.

Quien visite Morro en estos días del siglo XXI encontrará una postal un tanto diferente: desde ya hace algunos años, Morro de São Paulo se ha vuelto un enclave turístico clave dentro de Bahia, lo que provocó un abrupto y, a mí entender, poco planificado crecimiento. La vila central turística (vendría a ser lo que se conoce como centro) se limita a unas pocas calles repletas de restaurants, locales que venden souvenirs, supermercado, farmacia, varias pousadas y negocios de ropa. Parece un amontonamiento de cemento donde personas y más personas caminan a toda hora del día. En ese sector central y más cercano a las playas se pueden encontrar pocos rastros de lo que antiguamente era Morro e inclusive hay una marcada ausencia de vegetación en comparación al resto de la isla.

Cerca de la entrada al poblado, existe una plaza central donde a la noche se pueden encontrar algunos puestitos con artesanías y también opciones de comida al paso, como tapioca y acarajé. Ese espacio opera como centro organizador del trazado de este pueblo-ciudad: de allí nace un camino al puerto de entrada (con una gran escalinata), otro a la peatonal central que funciona como núcleo del centro turístico descripto en el párrafo anterior y que va en dirección a las playas, y un tercer camino –la Rua da Fonte Grande– que lleva a otro sector de la vila con menos movimiento turístico.

Desandando la Rua da Fonte Grande que, como ya dije, nace en la plaza (es fácilmente reconocible por el arco de piedra que corona el camino y por la antigua casona que está a su lado), se llega a un sector más apartado de la vila, donde existe un espacio menor en el que se ubica justamente una gran fuente de agua que fue construida en el período colonial y servía para abastecer a toda la isla. En esa parte de Morro, y si uno continua alejándose de la vila central turística por los caminitos que se encuentran allí desparramados, la urbanización comienza a cambiar y se entra en la zona donde viven la mayoría de los moradores del pueblo, alejados de los turistas que están de paso.

Desde la Fonte Grande se puede seguir por una trilha (sendero) que lleva hasta el poblado de Gamboa u otro camino que continúa adentrándose en la isla. La vegetación exuberante de este apartado de Morro contrasta con la urbanización que hay en la vila central turística, donde casi no se perciben árboles ni verde. Hay más naturaleza, menos amontonamiento y el movimiento de personas decrece. En algunos senderos pueden hallarse pousadas pero en menor concentración comparando con la zona de las praias. Caminando y con un poco de suerte como fue en nuestro caso, pueden encontrar entre tanto mato alguna familia de monos saltando de rama en rama y colgándose de los cables de luz, o pájaros de colores brillantes y loros.

Para volver a las praias, puede andarse otro sendero que nace cercano a la gran fuente de agua y que va paralelo a la Rua da Fonte Grande y a la rua principal de la vila central turística: la Rua Biquinha. Está cercada de vegetación, con pocas casas a sus lados y es mucho más tranquila que el resto de las calles. Además cuenta con otra antigua fuente de agua y da la impresión de mostrar cómo habrá sido Morro de São Paulo varios años atrás.

A la hora del atardecer, puede visitarse el fuerte que está ubicado en el extremo norte de Morro de São Paulo o bien subir el morro donde se alza el faro.

El fuerte y la muralla a continuación se terminaron de construir en el año 1728. Aún quedan algunas estructuras en pie y es un hermoso lugar desde donde puede verse el poner del sol sobre el horizonte del mar. También en ese sector de la bahía suelen observarse delfines pescando (nosotros pudimos ver sólo dos una tarde que estuvimos allí).

En cuanto al faro, hay un camino que sale del puerto para llegar hasta él y dos senderos que se abren: uno lleva hasta la punta desde donde se tiene una vista para las playas de Morro y, para quien guste de adrenalina, hay una tirolesa que cae en el agua de la Primeira Praia; y el otro sendero termina en un mirador con vista al mar, ideal para sentarse al atardecer.

Para finalizar quiero dejarles una recomendación gastronómica: Papoula.

Es un restaurant artesanal a pocos metros de la Fonte Grande con unos platos riquísimos, abundantes, a un muy buen precio (rondan los 15 reales) y de excelente calidad. Ofrece opciones vegetarianas, también con carne y pollo, jugos frescos, mermeladas y ricos postres. Nosotros probamos una Moussaka que vino acompañada de ensalada y arroz integral (se puede elegir entre arroz blanco e integral), y de postre una tarta de manzana. En comparación con el resto de lugares donde comimos y sumado a la cálida atención por parte de su dueña Christina., Papoula fue para nosotros la mejor opción en Morro de São Paulo! Aquí les dejo su Facebook.

Más información sobre Morro y sus playas en Viajar a Morro de São Paulo – Parte I

En nuestro caso optamos por hacer la ruta Salvador-Morro de forma semi-terrestre (es decir, en barco de Salvador a la Ilha de Itaparica, transporte hasta Ponta do Curral –camino a Praia do Guaibim– y de ahí lancha a Morro; y viceversa a la vuelta) porque conocidos de Salvador nos habían alertado que hacer el viaje Salvador-Morro en catamarán, dependiendo de las correntadas, podía provocar mareo y nauseas. Las agencias que están en Salvador en el puerto atrás del Mercado Modelo venden los trayectos y son las mismas que cuentan con locales en la entrada de Morro. En este momento los precios del catamarán están 75 reales y el viaje demora 2 / 3 horas y la opción semi-terrestre 80 reales y demora 3 / 4 horas. La semi-terrestre puede ser más económica si en vez de comprar todos los tramos con agencia (barco-micro-barco) se usan los transportes públicos de Bahia, pero las esperas entre una conexión y otra se alargan.

Tanto el catamarán como la lancha te dejan en el puerto que hay en la entrada a Morro de São Paulo, donde al pasar el muelle se tiene que abonar una taxa de turismo para la preservación de la isla que actualmente (julio 2013) es de 15 reales.

Elegimos ir para Morro de São Paulo porque nos lo habían recomendado por sus playas, sus piscinas naturales y por el encanto que tiene ese pequeño poblado isleño. Además queríamos aprovechar que julio es baja temporada y, en teoría, no iba a estar abarrotado de personas. En este primer post haré una breve reseña sobre las playas y en un segundo post un detalle sobre la vila (segundo post aquí).

Arenas blancas, agua cristalina y palmeras por doquier, eso es lo que les espera a los viajeros que pongan sus pies en Morro de São Paulo. Al encontrarse en uno de los extremos de la isla, Morro cuenta con una gran extensión en playas, teniendo cada una características propias y distintivas  Las playas más cercanas se dividen en Primeira, Segunda, Terceira y Quarta Praia.

La Primeira Praia (Prainha) es pequeña, la más cercana a la vila (centro del pueblo) y está pegada al morro donde se alza en lo alto el faro del pueblo. Los días que pasamos vimos pocas personas bañándose allí y por la tarde se armaba algún que otro partido de fútbol.

Atravesando unas rocas (si la marea se los permite), se accede a la Segunda Praia que es la más concurrida, repleta de bares, restaurantes y barracas. A nosotros –a la hora de darnos un chapuzón en el mar– fue la playa que más nos gustó porque el agua es calma y no hay tantas piedras. Sin embargo, tiene una contra importante: la insistencia del personal de los locales invitándote a sentarte en sus reposeras (pagando, obvio) u ofreciéndote opciones de comida, como açaí y ensalada de fruta. Si están buscando tranquilidad, olvídense de esta playa.

La Terceira Praia está a continuación de la Segunda y es bastante más angosta. El primer tramo tiene una pequeña orla para caminar, donde hay varias pousadas y lugares para comer, mientras que el segundo tramo es más salvaje, con vegetación y sin edificaciones pegadas a la orilla. Pareciera ser una playa de paso, sin muchas personas bañándose y con algunas pequeñas embarcaciones ancladas en el mar y de fondo la Ilha do Caitá, un pequeño banco de arena rodeado de corales y con un coqueiro en el medio.

Si se continua caminando, se accede a la Quarta Praia que es la más desierta y extensa. Al llegar bien temprano, con la marea baja, parece aún más amplia y con piedras que forman piscinas naturales. Poco antes del mediodía, cuando la marea sube, se reduce la extensión de arena pero siempre hay lugar parar tirarse a tomar sol y leer un libro, sin estar pegado a otras personas. Creo que el punto fuerte de esta playa es su abundante vegetación y la ausencia de construcciones, dándole una impresión natural y rústica al lugar.

Unos kilómetros después hay una nueva playa que es conocida como Praia do Encanto con características similares a la Quarta Praia.

Tomando a Morro de São Paulo como base, existen otras opciones de praias cercanas y paseos que pueden hacerse, como la posibilidad de caminar hasta las playas de Gamboa y/o hacer un paseo de barco alrededor de toda la Ilha de Tinharé.

Para ir caminando a Gamboa es necesario averiguar en Morro los horarios de la marea, dependiendo en el mes que se viaje, ya que hay un trecho que suele estar bajo agua. El camino no lleva más de 30 minutos y hay senderos en la isla que permiten dislocarse fácilmente entre un poblado y el otro. En caso que los horarios de la marea no sean buenos, puede hacerse un tramo a pie y el otro en alguno de los barcos que hacen continuamente ese recorrido y no cobran más de 4 reales.

El paseo alrededor de la Ilha de Tinharé en lancha es muy bonito, sale 60 reales (precio julio 2013) y va desde las 9 hasta las 17 horas aproximadamente. El que nosotros hicimos incluyó una parada en las piscinas naturales de Garapuá donde tuvimos la oportunidad de hacer snorkel, luego en una playa de la Ilha de Boipeba a la hora del almuerzo, continuó el paseo por el río que separa esas islas y la de Cairú para hacer un stop en Canavieira (donde quien quiere puede degustar ostras) y por último una bajada en el pueblo de Cairú, que dice ser la segunda ciudad más antigua de Brasil. Aunque nos haya tocado un día nublado y con un poco de lluvia, disfrutamos mucho ese paseo!

Más información sobre Morro y su vila en Viajar a Morro de São Paulo – Parte II

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Les dejo aquí una breve reseña de dos sorveterias riquísimas que vale la pena visitar y así experimentar los sabores únicos que ofrecen.

– Le Glacier Laporte

En una pequeña esquina frente a la Iglesia de San Francisco, en pleno Pelourinho (post completo del Pelourinho aquí), está ubicada la sorveteria Le Glacier Laporte. En su cardápio cuenta con helados artesanales de sabores realmente originales: desde miel con jengibre, hasta uno de especias en el que se distingue un marcado sabor a comino. Pueden sonar un poco extraños pero les aseguro que son exquisitos!! El local es ideal para hacer una pausa durante el día, ya sea sentados en las mesas que tienen en el interior o afuera bajo las sombrillas. El vaso con una bocha de helado está 5 reales.

Largo do Cruzeiro de São Francisco, 21 – Centro, Salvador – BA, 40020-280

– Sorveteria da Ribeira

Es la heladería más clásica de Salvador y forma parte del recorrido turístico típico (incluso el Salvador Bahia Bus tiene una parada allí). Su local se encuentra relativamente cerca de la Iglesia de Bonfim (post completo de la Iglesia de Bonfim y sus cintitas aquí), en pleno Largo da Ribeira. Además de tener una gran variedad de sabores frutales (umbu, biribiri, cajá, jenipapo), el de tapioca y el de coco queimado son –como se diría en portugués– muito gostosos. Tiene mesas en el interior del local o bien uno se puede sentar afuera, en unos bordes de piedra frente al mar. El vaso con una bocha de helado está 4,5 / 5 reales y es muy abundante.

Praça Conselheiro Nabuco, 87 – Ribeira, Salvador – BA, 40421-530

La Fita de Bonfim (cinta de Bonfim) original data del año 1809 y contaba con exactamente 47 centímetros de largo que era la medida del brazo derecho de la escultura del Señor de Bonfim, ubicada en el altar mayor de la iglesia que lleva su nombre. Por eso también se conoce a esta fitinha con el nombre de “medida de Bonfim”.

En un comienzo las cintas eran de seda con el nombre del santo bordado y usadas alrededor del cuello como collar, colgando de ellas medallas e imágenes religiosas. Cuando el Señor de Bonfim cumplía con un pedido, los fieles llevaban a la Iglesia una foto o una escultura de cera de la parte del cuerpo curada por el santo y a forma de recordatorio, compraban una de esas cintas para siempre tener presente a la Iglesia de Bonfim.

¿Cómo esas primeras cintas se volvieron el souvenir de moda para decir y mostrar “yo estuve en Salvador”? ¿Cómo se volvieron una forma de pedir deseos hechos nudos? ¿Cómo comenzaron a ocupar las verjas de entrada de la Iglesia de Nuestro Señor de Bonfim?

No hay respuestas precisas. Por lo que pude preguntar y leer, ya para 1960 se comenzaron a comercializar en la ciudad en el formato que hoy en día se conocen y pasaron a ser parte del outfit de la entonces comunidad hippie que vivía en Salvador. Sus colores actuales simbolizan cada uno a un Orixá diferente (los Orixás son ancestros divinizados africanos que corresponden a puntos de fuerza de la naturaleza), ya muy lejos del amuleto religioso católico primero. Del uso como collar, pasaron a anudarse en las muñecas y cada uno de los tres nudos que deben darse, es un deseo a la espera de ser cumplido cuando la fitinha se desate por el propio desgaste natural (a diferencia de las primeras, que eran adquiridas cuando el pedido ya había acontecido).

Me resulta interesante este cambio de práctica, de simbología. Me hace pensar en la cantidad de cosas que hoy en día consumimos, practicamos y desconocemos su procedencia, su paso por las costumbres y usos que las popularizaron. Cómo llegaron a nosotros, lo ahistórico resignificado.

Sólo basta mirar el frente de la Iglesia de Bonfim y ver la cantidad de cintas de colores anudadas en sus verjas. Deseos-nudos. O atadas en más de una muñeca por el simple hecho de que son “lindas”, desconociendo lo que cargan en el cuerpo. Más promesas.

Me pregunto cuál será su significado actual y sólo siento vacío comercial. Son cintas vueltas estandarte de una ciudad y objeto de moda. En los negocios de souvenirs, con los vendedores ambulantes y con cada uno de los compradores. Venta por mayor. ¿No deberíamos tomar conciencia de nuestras prácticas y de los objetos que consumimos? ¿Cuántos sabemos que el color de las cintas representa un Orixá? ¿Cuántos conocemos que antes eran un amuleto católico adquirido por un pedido ya cumplido? Quizás me equivoque, quizás cada uno de los nudos fue hecho sabiendo y vuelto práctica consciente. Quizás sólo un deseo que quiere ser cumplido y encontró ese medio para ser expresado. O quizás la fitinha fue anudada para la foto o para ser llevada en la muñeca y decir “yo estuve ahí”.

Igreja do Bonfim
Largo do Bonfim – Cidade Baixa
Salvador, BA

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